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Volcano Choir – Repave

VolcanoChoir_Repave_608x608Bon Iver ha muerto, ¡Larga vida a Justin Vernon!

Todos hemos identificado alguna vez en nuestras propias vidas un punto de inflexión, un momento en el pasado en el que, sin tú saberlo, algo pequeño cambió para causar una gran consecuencia futura. A veces una transformación mínima, aparentemente mala o buena, genera el efecto contrario con el pasar del tiempo y con la caída una a una de todas las fichas de dominó. Es hasta divertido elucubrar: si el padre de Hitler su hubiera sentado atrás en clase se habría fijado en Gertrud en lugar de en la futura señora Hitler, por lo que Adolf nunca habría nacido y el Holocausto quizá no habría sucedido. O, si Justin Vernon y su novia de toda la vida no hubieran roto en aquel año 2006, seguramente Bon Iver no habría existido, For Emma, Forever Ago (Jagjaguwar, 2008) nunca se habría grabado, y Vernon seguiría siendo el músico de DeYarmond Edison que venía siendo desde el instituto. Pero no fue así, y al final aquel trágico desamor propició el nacimiento de una enorme estrella.

En cualquier caso, imagino que estará harto de que su música se explique siempre desde aquel momento tan dramático de su vida. Imagino también que ese debe ser uno de los motivos por los que Vernon ha decidido jubilar a Bon Iver: como una buena metáfora de lo que sería pasar página, sentimentalmente hablando. Dos discos y un Ep absolutamente imprescindibles, y una gira inolvidable es todo lo que nos deja, que no es poco. Pero con su disolución cierra una etapa seguramente marcada por la tristeza, aunque también haya sido la de su consagración como uno de los artistas emergentes más rotundos e incuestionables que se recuerdan. Pero por suerte, el Justin Vernon que había detrás de Bon Iver sigue vivo y con bastantes ganas de hacer música: este año, sin ir más lejos, ha editado Grownass Man (Middle West, 2013) con los The Sohouting Matches, y el maravilloso Repave (Jagjaguwar, 2013) con Volcano Choir, dos de sus proyectos paralelos.

Volcano Choir se compone de Vernon más varios ex componentes del grupo experimental Collections of Colonies of Bees, originarios también de Wisconsin, entre los que destacan sus dos cofundadores: Chris Rosenau y el percusionista Jon Mueller, este último con una destacada participación en Repave. Y si en su álbum de debut como Volcano Choir, Unmap (Jagjaguwar, 2009) parecía que era Vernon el que se adaptaba a los experimentalistas, en su segundo trabajo se podría asegurar que ya se ha puesto él al mando. Ha boniverizado a unos músicos ya de por sí dispuestos a todo, ganándoselos para su causa y estética, y firmando el que va ser uno de los discos del año; aunque en realidad será más por el alivio de comprobar que el alma de Bon Iver se ha reencarnado definitivamente en Volcano Choir. No es un disco completísimo, pero tiene muchos momentos realmente sublimes de una música con plena vocación artística.

El primero de todos, Tiderays, nada más empezar. Una guitarra que en seguida marca un cambio de ritmo, la voz de Vernon en falsete, los instrumentos creciendo como flores silvestres, y al final, una explosión orquestal de belleza que culmina el tema y lo convierte en un perfecto jardín. El mismo esquema en Comrade, con la misma percusión enriquecida y arropada, siempre grave y cardinal, y una explosión por cada estribillo, marcado por preciosas volutas instrumentales que creo que también pueden verse en El Jardín de las Delicias. También en Byegone, aunque con formas más hieráticas y una percusión (también solo en el estribillo) casi pantocrática, como las columnas de entrada a un templo de la antigua Grecia. Y en todas ellas brilla la voz de Vernon con la misma intensidad y seguridad que el fuego que ilumina y guía a los hombres valientes en la noche.

Otro momentazo es el galopar de Dancepack, tras un acristalado y titubeante inicio: con un ritmo de importancia capital, es la única en la que Vernon solo canta en grave, recordando poderosamente a la Canción del Jinete de Federico García Lorca. Cierra el disco Almanac, y por la sencillez con la que logra normalizar lo extraordinario, resulta más bien la invitación a volver a escuchar el Cd desde el principio para relajarse con temas como Acetate, Alskans o Keel, más discretos, pero igualmente emocionantes y encantadores. La última suena a liberación, al regalo que hay al final de la espera para los que no se rinden. Es posible que Repave certifique de alguna manera la definitiva muerte artística de Bon Iver, pero a tenor de lo está montando con Volcano Choir yo diría que Justin Vernon está curado y que le queda aún mucho que decir.

 

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