Tom Gabel – Heart burns
En este primer EP en solitario del líder de la banda de Florida Against Me, Tom Gabel propone nuevos matices y otros argumentos que puede que no tengan cabida dentro del proyecto que tiene en común con el resto de su grupo. Lo primero que llama la atención cuando uno escucha las canciones del EP (como el tema que da título al álbum o el que lo cierra, 100 years of war, por ejemplo) son los primeros discos de los Manic Street Preachers, tanto en la forma, en el (poderoso) timbre de voz del cantante, similar al de James Dean Bradfield, como en el propio esquema épico de las canciones. 100 years of war, mismamente, parece compuesto como un himno de estadio al estilo de los del grupo británico.
Y si seguimos con los himnos y con las reminiscencias, si nombramos a Manic Street Preachers también podríamos atrevernos a citar a los mismos Queen, al escuchar canciones bien hiladas y de ritmos hipnóticos (Conceptual paths) y a veces sólo necesitadas de acompañamientos mínimos (Cowards sing at night).
El giro del punk al rock se produce a la mitad del disco, con Amputations, y, sobre todo, con el mejor tema del álbum, y seguramente, el más controvertido: Anna is a stool pigeon. En el mismo se relata la historia del activista medioambiental Eric McDavid, acusado en el 2007 de conspirar para dañar con explosivos propiedades gubernamentales. McDavid fue delatado por una informadora secreto del FBI que se hizo pasar por activista. En el juicio, su defensa argumentó que había sido víctima de una trampa por parte de la policía. Actualmente se enfrenta a una condena de 20 años en prisión. Tom asume en la canción la posición de Eric: “…Eric fell in love with an FBI informant / Shared his dreams of revolution / Now he’s sitting in solitary confinement / Be careful what you think, be careful what you say / Might be used against you in court one day / Well Anna thinks she’s a hawk / She’s just a fucking snitch”.
En conjunto, estamos ante un disco que merece la pena, sobre todo para el que esté cansado que grupos cuyas voces se esconden, que parecen que cantan como si estuvieran hablando por teléfono. La voz de Gabel es nítida y sin arreglos. En cuanto a las letras, a unos les podrán resultar ingenuas, a otros pretenciosas, pero no se le puede negar a su autor que las interpreta y canta con toda la convicción. Y eso es lo más importante.