Thomas Fersen es uno de los músicos franceses más reputados y al mismo tiempo apenas conocido -y reconocido- fuera de su país. En la pintura que ilustra la portada de su octavo disco, Je suis au paradis, le vemos con un elegante traje oscuro sobre un sofá rojo de época. Esa descripción como el dandy de un mundo romántico y sombrío es un fiel reflejo de lo que representa el álbum. Sus historias son fábulas («Como soy un poco cobarde, cuento todos mis temores”), algunas de ellas conocidas: un mundo de brujas, hombres lobo, esqueletos y hasta una momia (Une autre femme), que adorna con instrumentos aptos para este mundo imaginario y romántico, y al que podría poner imágenes Tim Burton. Violonchelo, gaita y bodhrán (un tambor utilizado en la música irlandesa) destacan en una serie de brillantes composiciones: Dracula, Sandra, Le balafré o L’enfant sorcière, donde se reflejan influencias de todo tipo -de la Nueva Chanson a Randy Newman en Parfois a clair de lune-. Un disco para descubrir.
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