The xx (Barcelona, 09-11-2009)
Por enésima vez nos enfrentábamos a mismo bolo: el hype del momento tiene que demostrar que lo suyo no es un producto de estudio y pueden defenderlo sobre las tablas. Como ustedes mismos habrán podido sufrir más de una vez, la mayoría de estos eventos acaban en decepción y provocan que el disco que llevamos escuchando sin parar en los últimos meses caiga en el cajón del olvido. Lo ocurrido con The xx en la sala Razzmatazz 2 fue totalmente diferente: en lugar de decepción hubo esperanza. Esperanza porque, a pesar de las trabas de sonido que tuvieron, el combo del sur de Londres pueden llegar a cotas muy altas de emoción. Todo ello gracias a la máxima que no nos cansamos de repetir hasta la saciedad: menos es más. Y eso que ahora ellos son menos miembros desde el abandono del guitarrista y teclista Baria Qureshi, que al parecer no pudo soportar el peso del éxito. Contratiempo que no lastró su actuación en formato trío y tuvo al público entregado desde el primer momento a su oscuridad preciosa y melancólica, con tintes de Young Marble Giants, Joy Division e incluso Chris Isaak. Cayeron todos los temas de su grandioso disco debut: hits como VCR, Islands o Crystalized, que seguramente encabezarán las listas de lo mejor del año por mal que les sepa a The Pains of Being Pure at Heart. Además, nos regalaron una excelente versión de Teardrops de Womack & Womack, con la que protagonizaron la escena graciosa de la noche: Romy Mandley, la cantante y guitarra, tuvo que parar porque se le caía el moquillo del resfriado que llevaba. Al final nos quedamos con ganas de un poco más pero lo poco que tenían ya nos lo habían dado. Sólo quedaba la esperanza de volverlos a ver pronto y, si es posible, en una sala adecuada para adentrarse en su oscuridad.
Antes, los barceloneses Extraperlo trataron de calentar al público con las canciones de su notable Desayuno continental (Mushroom Pillow, 2009). El esfuerzo fue en vano, ya que los problemas con el sonido destrozaron sus buenas intenciones. Y es que hay veces en que uno preferiría que los grupos parasen de tocar si no tienen las condiciones técnicas adecuadas, antes que tirar para adelante con los ojos cerrados.
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