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The Sunday Drivers (Madrid, 06-11-04)

Era un día importante para los Sunday Drivers. Llegaban a la capital para presentar su segundo disco, Little heart attacks (Mushroom Pillow), en el que ha sido sin duda su año. Y es que a pesar de unos inicios más que prometedores con su álbum homónimo del 2002, editado por Rock Indiana, pocos podrían pensar que se convertirían en la formación española más completa del momento. Así, giran sin descanso por la península y son alabados por crítica y público, con mención especial a su fantástico directo, de lo que los espectadores que abarrotaron la sala Arena tuvieron una muestra impagable el pasado viernes.

Como en las grandes ocasiones Lyndon Parish, responsable de las orquestaciones y los arreglos vocales de este último trabajo de los toledanos, estuvo también presente acompañando a la banda. Se encargó de la steel guitar y los sintetizadores y aportó una voz más, lo que supuso un añadido extra que sin duda enriqueció con nuevos matices lo ofrecido por el grupo. Con algún acople inicial, comenzaron el recital con la pegadiza Better life, canción que se ha hecho popular por ser incluída en un anuncio de televisión. Lamentablemente desde el primer instante quedó claro que las no muy buenas condiciones acústicas de la sala madrileña también harían de las suyas en esta ocasión. En cualquier caso el sonido fue bastante bueno, y la energía y saber hacer que derrochan los Sunday Drivers sobre las tablas cubre cualquier posible deficiencia.

Siguieron calentando motores con Tears & years, Happy song y Hate yourself, con las que ya comenzaron a sonar tan convincentes como acostumbran. A continuación I ain’t down nos dejó un gran momento, en el que Jero, el vocalista, arengó al público, que acompañó las palmas del final de la canción con entusiasmo. Por su parte, una de las mejores transformaciones de estudio al escenario es la de All is good around me, con dos solos geniales de Julián, uno de hammond al principio y otro de teclado en el medio de un tema llevado en volandas gracias al wah wah de la guitarra y una gran línea de bajo.

Siguieron alternándose las canciones de ambos discos, y a la potente Only in the dark days le siguió Love, our love. Durante ésta, en la preciosa parte cantada a capella, se pudieron oir alaridos histéricos de fans, en un fenómeno cuanto menos curioso. Tras los juegos armónicos de Can’t you see -en la que la impronta de los beatles se acentuaba al ver las formas del nuevo bajo Rickenbacker de Miguel- y una interpretación colosal de Often, una de sus mejores composiciones, le tocó el turno al que fuera primer himno de la banda, Time time time, con un bonito añadido jugando con los silencios al final.

A continuación Jero dijo que traían un regalo para los asistentes, una versión del The man in me de Bob Dylan, que no acabó de ser encajada del todo entre los presentes. En cambio, la esperada On my mind se convirtió en una vorágine de gritos alrededor del estribillo in crescendo del tema. Little heart attacks supuso la comunión total entre público y banda alrededor de la parte cantada de forma coral, antes de que los Sunday Drivers abandonaran por primera vez el escenario. Volvieron mientras algunos todavía seguían tarareando a voz en grito esas notas, y se marcaron un I should go que puso la piel de gallina a todo el mundo, resultando impresionantes los solos de piano y la sinceridad de la voz de Jero en el estribillo.

Para cerrar semejante noche, nada mejor que su encendida versión de You’re time is gonna come de Led Zeppelin, en la que uno tras otro fueron abandonando el escenario, mientras disfrutamos de algunos trucos muy interesantes con Carlos a la batería y Fausto agachado sobre su guitarra empleándola para hacer diferentes efectos de sonido. Al final salieron todos los miembros de la banda a saludar envueltos en una ovación cerrada y cálida, con la emoción visible en sus rostros ante lo que ellos mismos denominaron más tarde «algo especial». Desde luego que dejarlo todo por la música y llegar hasta aquí no puede ser calificado como otra cosa. Ahora, cuando aún les quedan unos cuantos conciertos en esta gira, nos podemos empezar a preguntar qué serán capaces de ofrecer en su próximo trabajo, pero por lo menos ya podemos asegurar que el 2004 es suyo.

Textos: Miguel González
Fotos: Andrés Cabanes

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