The Sunday Drivers – Tiny telephone
En su debut homónimo, publicado en RockIndiana en 2003, The Sunday Drivers aparecían en los títulos de crédito como una formación de cuatro miembros (Jero –voz–, Fausto –guitarras–, Miguel –bajo– y Carlos –batería–) más uno (Julián –teclados–). En el segundo disco, Little heart attacks (Muhsroom Pillow, 2004), lo hacían como cinco (con Julián ya como elemento integrado en la banda) y de nuevo más uno (en este caso se les unía Lyndon –arreglos, teclados, guitarras y coros–). En este tercer trabajo, del que ahora vamos a hablar, ya aparecían todos juntos como un grupo. Y no me equivoco al hablar en pasado, porque poco después de escribir estas líneas se hacía público que Julián dejaba de formar parte de la banda, una circunstancia que me ha dado que pensar y que, en última instancia, me ha llevado a reorientar esta crítica, porque inevitablemente hará que The Sunday Drivers cambien en parte su rumbo.
Lo que quería decir es que en el primer álbum todavía se notaba que los teclados de Julián habían sido una incorporación de última hora y no terminaban de encajar en todas las canciones. Algo parecido pasaba con los arreglos de orquesta de Lyndon en el segundo que, si bien parecían acertados en muchas ocasiones, en general no empastaban con el conjunto. Estas dos circunstancias, que desmejoraban el buen resultado conseguido en ambos discos, desaparecen por completo en este Tiny Telephone (Mushroom Pillow, 2007). En él escuchamos, por fin, a The Sunday Drivers encerrados en un CD, algo que probablemente no habría pasado de no haber sido grabado en directo en los estudios de San Francisco que dan título al álbum bajo la batuta de Brad Jones. El resultado puede gustar o no, pero no tenemos que olvidar que hablamos del productor de uno de los mejores discos de lo que llevamos de siglo. Por supuesto, hablo de Josh Rouse y su 1972 (Rykodisc, 2003).
Y es que el de Nashville ha conseguido sacar a relucir todas las virtudes de los toledanos. Seguimos encontrando ese característico sonido sundaydriver del que hablaba hace ya dos años, pero perfeccionado gracias a un concienzudo trabajo previo a la grabación del disco y al rodaje de la banda por toda Europa merced a su fichaje por parte de Naïve, que edita desde entonces sus discos fuera de nuestras fronteras. Ha llovido mucho, sí, pero las influencias en su sonido no han desaparecido. Quizá la balanza se ha inclinado más hacia el pop-folk norteamericano de clásicos como The Byrds o The Band (Day in day out, Better if I) o incluso Wilco (esas partes instrumentales como en Rainbow of colours), pero siguen manteniendo su pequeña reminiscencia británica (Sing when you’re happy).
Lo mejor del álbum, y lo que les costará sufrir la llamada «maldición del tercer disco», es que continúan en la misma línea de sus anteriores trabajos, pero mejorando en calidad y sonido. Que nadie busque una gran evolución en su música ni «the next big thing» que dicen los anglosajones, porque en el fondo encontramos más de lo mismo, aunque con una factura exquisita. Podríamos decir que Life is es la continuación natural de Can’t you see, Do it de On my mind, Sing when you’re happy de Little heart attacks, Better if I de Dark does die o Rainbow of colours de Time time time.
Pero entre todas las canciones que forman Tiny Telephone encontramos auténticos temazos. Para empezar Do it: cuando la escuché por primera vez en directo no pude evitar reírme con la modulación en el último estribillo, pero una vez grabada he de reconocer que es un single cojonudo (no se lo que me pasa, pero cuando la escucho no puedo dejar de pensar en el Sola de Los Brincos). O el dúo formado por Rainbow of colours y She, dos de esas canciones prácticamente perfectas que te pueden alegrar el día (por cierto, atención al tratamiento de la caja –y de la batería en general– en la primera). También por encima de la media están, gracias a algunos detalles, Life is (con esa estremecedora guitarra eléctrica tras el segundo estribillo que rompe el ritmo de la canción), Paranoid (con una gran estrofa y un Hammond impresionante) o Day in day out (increíbles las voces).
Para mí The Sunday Drivers han superado, y con nota, el reto del tercer disco: no han evolucionado drásticamente sino que continúan en su línea puliendo su sonido y mejorando en general en la composición. Sólo le pongo una pega, y es que poco a poco han ido perdiendo la frescura que les caracterizaba en sus orígenes, aunque la han compensado a base de calidad y perfección. Y, como decía al comenzar este texto, habrá que estar pendiente de cómo evoluciona el grupo con la marcha de Julián (¿cómo suplirán su carisma y su pericia con las teclas?). Terminaba mi crítica de Little heart attacks haciendo un llamamiento a los publicistas avispados para usar la música de los de Toledo en alguno de sus spots. Aunque tarde, parece que alguien tomó nota y ya tenemos su primer single en un anuncio de cerveza. ¡Que aproveche!
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