The Rolling Stones – A bigger bang
La maquinaria stoniana se pone de nuevo en marcha. Se anuncia gira, se editan discos (ya sean nuevos o de rarezas), se crea polémica… En definitiva, que después de más de cuatro décadas se sigue hablando de los Rolling Stones. A bigger bang (Virgin, 2005) es el primer disco del grupo desde aquel Bridges to Babylon (Virgin, 1997), un álbum injustamente vapuleado tanto por parte de la crítica como del público. El productor en aquella ocasión, Don Was, vuelve a ponerse tras la mesa de mezclas (simpre junto a The Glimmer Twins), siendo esta una elección que no suele gustar mucho a los seguidores de la banda. Lo cierto es que este nuevo álbum supera a su predecesor y nos muestra a unos Stones que, aunque suene a topicazo, se encuentran en un buen momento de forma.
El inicio es de lo mejor de este A bigger bang. Rough justice nos avisa de como vienen a sus sesenta y pico años: la guitarra de Keith emociona y pincha, y Mick escupe cosas como «yo solía ser tu pequeño gallo / ¿ahora solo soy una de tus pollas?» (oh, yeah) mientras Ronnie y Watts siguen dando vida eterna a las canciones (una alegría, además, ver como está Charlie tras los problemas con su garganta). El potente trío de apertura lo completan Let me down slow y It won’t take long. Rain fall down, de ritmo bailable, y Streets of love, balada para la radio, bajan irremediablemente el pistón. Pero Back of my hand resulta un blues más que resultón y no muy limpio para recordarnos lo justo al Exile on Main St. (Virgin, 1972). Bien hecho.
El resto de cortes se tratan de temas potentes y venenosos (She saw me coming, Oh no not you again o Dangerous beauty), entre los que se encuentra Sweet neo con, conocidísima antes de editarse el disco gracias a un fragmento de la letra que, supuestamente, critica de forma directa al presidente de los Estados Unidos. Genial para la promoción, ya que el tema es de lo más desechable del álbum. Por otro lado, Keith es el protagonista de la emocionante This place is empty y de Infamy, tema que cierra el disco entre ramalazos de armónica y algún loop latiendo de principio a fin.
Grata sopresa este A bigger bang pese a que algún que otro tema flojea en demasía. Solo queda defenderlo en directo como se merece y seguir así otros cuarenta o cincuenta años más. Y es que cada vez confiamos más en que podrían hacerlo, la verdad.