The Herbaliser (Apolo, Barcelona, 01-02-12)
Nada salió como yo pensaba, pero tal vez fue mejor así. El plan era ver a The Herbaliser, acompañados por Mucho Muchacho (de los desaparecidos 7 Notas 7 Colores), que teloneaban a Le Peuple de l’Herbe, quienes daban comienzo en la Sala Apolo a la gira española de presentación de su decimocuarto álbum, A Matter Of Time. El mismo concierto, de hecho, podrá verse hoy en la Sala Rockitchen de Madrid. Sin embargo, por motivos ajenos a esta redacción, solo pudimos asistir a los primeros, pero fue más que suficiente para salir de allí henchidos de buenas sensaciones. El dúo británico, convertido hace tiempo en numerosa banda, hacen del hip-hop un estilo casi erudito, tan cercano a veces al jazz que uno se pregunta cómo es que han pasado tantos años separados. Pero lo cierto es que es comprensible: no es nada fácil desplegar tamaña calidad instrumental, y tener tanto flow al mismo tiempo.
Adivinar quiénes eran los dos raperos entre tanto buen músico me llevó casi todo el concierto; y aún tengo mis dudas. En el escenario de Apolo se congregaron un batería, un bajista, un teclista, un señor que pinchaba y tres tíos haciendo las delicias con un buen número de vientos: había trompeta, saxo alto, saxo tenor y otro barítono, y una travesera; estos tres últimos en manos del mismo músico, un espectacular Andy Ross, a la izquierda del escenario. Protagonizó, por ejemplo, un sobrecogedor solo constante de saxo barítono, una bestia preciosa e inmensa, en Another Mother. Primer descarte, por excesiva excelencia. Un candidato perfecto era James Morton, a la derecha del primero. Saltaba y bailaba sobre sus bambas rojas, esgrimiendo rítmica callejera, mientras intercalaba solos de saxo y tríos que engordaban y fortalecían el sonido de Herbaliser. No obstante, y pese a la robustez de su música, demuestran una portentosa agilidad. Completando el trío de vientos, a la derecha de Morton, Ralh Lamb, otro posible candidato, aunque más entrado en años. Era el otro maestro de ceremonia, el que nos pedía más entusiasmo desde la calentura de su cuerpo festivo. Además, su trompeta sonaba siempre la primera, como la lanza desafiante del hip-hop electrónico-jazzístico que hace la banda británica.
Al otro lado del escenario la cosa parecía clara: ni el bajista Jack Wherry ni el teclista tenían ninguna pinta de ser parte del dúo central de la banda. Tampoco el batería, que aunque forma parte de forma indispensable de la orquesta, no tiene tampoco reservado un papel excesivamente protagonista. Así que mientras repasaba a los músicos, y mientras fluía aquel jazz-hop instrumental tan al estilo de A Tribe Called Quest o del genial productor Madlib, recordé de pronto de qué suele estar hecho el rap normal y corriente. Y aunque aquí nadie rapease, estrictamente hablando, sí identifiqué a Dj Ollie Teeba, escondido tras un Mac y tres músicos de pulmones llenos que acaparaban la escena y los oídos. Sus samplers, sin embargo, son la base del sonido elegante, resuelto y naturalmente sugerente de los Herbaliser; y los frecuentes scratchings, la nota de corte para transformarlo todo en un sonido imparable, con alma de funky-soul en constante latencia. Geddim y Ginger Jumps The Fence, los mejores ejemplos de ello.
Ya tenía a uno. Y jamás habría adivinado que el otro miembro original de este dúo venido a banda de hip-hop electrónico-jazzístico instrumental fuera el bajo: un tipo regordete más bien parado que me recordó a mi profesor de Historia de las Religiones Antiguas. Quién lo iba a decir. El caso es que Teeba y Wherry han envuelto sus bases en un abrigo musical incomparable: abarcan desde la delicadeza y el recogimiento de temas como Another Mother o The Sensual Woman, con ese revolotear bajo de una flauta travesera sobre sampler, hasta temas que andan entre el casi free-jazz y el acid-jazz como Control Centre y The Missing Suitcase, con las que acabaron el concierto, en una demostración más de pulmones y ritmo, especialmente por parte de James Morton, contagiado como el que más del alma del hip-hop electrónico.
Ellos mismos habían anunciado en Facebook por la tarde la presencia con ellos de Mucho Muchacho, pero no apareció. Constaba así en el setlist que tenían a sus pies, pero no importó. El recital que dieron los británicos fue más que suficiente para encender el cuerpo de los asistentes, que no echaron a nadie de menos. Con toda seguridad dejaron al público completamente al dente para el concierto que luego dieron los franceses de Le Peuple de l’Herbe, pero el paseo, entre la ventisca de esa noche tan gélida, hasta la Sala Apolo, ya había merecido la pena.
También disponible en En clave de Luna.
Foto de Pablo Luna Chao.
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