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[Reseña] Bon Iver – SABLE, fABLE

Al igual que en la vida real, en la que, gracias a una vida más saludable, ahora podemos envejecer mejor o al menos más lentamente, en el panorama discográfico ha pasado un fenómeno paralelo. En otra época el transcurso de 18 años podría suponer perfectamente el lento paso del esplendor al ocaso e incluso al más absoluto ostracismo. A un artista que hubiera surgido en los 60s o los 70s, en la década de los 80s le costaba mantenerse en la cima, y, entre otras cosas, la edad era en aquel entonces un auténtico handicap. Era una época, además, en el que la trayectoria de un músico o una banda estaba íntimamente relacionada a la vigencia del estilo musical que profesaba. También es verdad que la nostalgia es un fenómeno que ahora se vende mejor que antes. Pero esa es otra historia. En cualquier caso, Justin Vernon tiene 43 años y lleva cinco álbumes de su proyecto musical más conocido, el multipremiado Grammy Bon Iver. A él le aventaja el hecho de no haber pertenecido realmente a ningún proyecto o escuela específicos: sus baladas folk íntimas y, en cierta forma más bien básicas, se han mantenido atemporales. Y además fue un fenómeno completamente independiente, ya que, antes de fichar por Jagwawar, su álbum debut For Emma, Forever Ago ya era un éxito en myspace (¿recuerdan myspace?!). SABLE, fABLE es una extensión del EP SABLE que publicó en 2024. En primera instancia, este ep, donde dominaba la guitarra, violín y su habitual falsete, reavivaba la narrativa de For Emma, Forever Ago, por lo que parecía como un “regreso a los orígenes”, frente la influencia electrónica de discos anteriores, especialmente, 22, a Million o i,i, su hasta ahora última entrega y probablemente la más controvertida de su carrera.

Esta comparación sobre sus inicios es inequívoca, pero solo hasta cierto punto. En el álbum completo, SABLE, fABLE, que suma 9 canciones más a las 3 iniciales, la ambición experimental de Justin Vernon no ha desaparecido, sino que se ha segmentado en estructuras de canciones más cortas y melodías más nítidas y accesibles que en cualquier otra obra anterior, y, como él mismo ha declarado «Sable es la oscuridad y Fable es la explosión de felicidad y alegría». fABLE trata, en ese sentido, sobre las relaciones y su importancia. En esta segunda parte Vernon reafirma su querencia por el neo-soul, el R&B- con guiño especial a Prince (From, I’ll Be There)- pero también por la folktrónica y el hip-hop, y, si ya desde debut había confesado tener como inspiración a Staple Singers, Mahalia Jackson y Sam Cooke, no puede soprender a estas alturas el góspel de Day One (invitados Dijon y Jenn Wasner aka Flock of Dimes) y en el single principal Everything Is Peaceful Love, una canción exultante al más puro estilo Marvin Gaye que el autor había guardado en un cajón durante seis años esperando enmarcarla en un lugar adecuado. Los sintetizadores cobran en el álbum un protagonismo mucho mayor y, afortunadamente, Justin Vernon ha dejado el autotune en segundo plano, dando preponderancia a una voz más expresiva y un rango vocal mucho más amplio. SABLE, fABLE no es, finalmente, un disco experimental e innovador, más bien casi hasta conservador desde el prisma habitual de Bon Iver. Pero mantiene su esencia e imprime mayor exploración emocional que en trabajos anteriores. Es, además, más optimista de lo que nos tiene acostumbrados y eso ya es un gran punto a su favor.

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