Coincidió la salida de Presidente (Mushroom Pillow, 2011) con el anuncio de Zapatero de no presentarse a las próximas elecciones. De la misma forma, han armonizado muchos de los adjetivos vertidos sobre este nuevo disco. Luminoso, alegre u optimista son algunos de ellos, cuando lo cierto es que nos encontramos con una de las continuaciones más convencionales de Ronroneando (Mushroom Pillow, 2008), hasta ahora última entrega del novedoso camino sónico que Antonio Luque emprendió hace ya seis años con El fuego amigo.
No se puede negar que temas como Una llamada a la acción, Vacaciones en el mar o Un final feliz están entre lo más animado de su discografía. Sin embargo, hay una cara B, el lado oscuro del álbum, donde no encontramos muchas simpatías ni rayos de luz (María de las Nieves, El cuchillo y el pastel, Babieca). Podríamos discutir unos textos que mantienen un notable nivel, aunque en ocasiones lleguen a posar los pies en la tierra, pero si nos fijamos en otros detalles igualmente significativos, como los arreglos, la producción o una voz más segura y nítida que de costumbre –se notan las clases de canto-, la nota media con respecto a trabajos anteriores, al menos en dichos apartados, sube de forma irremediable.
Pablo Cabra, Javi Vega -ambos de Maga– y Jordi Gil, que de nuevo se ocupa de las labores de productor y consejero, completan una formación con la que Antonio Luque ha edificado y consolidado un nuevo rumbo que, pese a los nostálgicos, terminará acaparando más aplausos que abucheos.
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