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Sr. Chinarro – El mundo según

El año pasado se habló mucho y para bien -también en nuestra web– del trabajo que había hecho Sr. Chinarro en El fuego amigo (El Ejército Rojo, 2005), y con razón. Viviendo un momento muy dulce, Antonio Luque cogió sus maletas en busca de más medios para publicar con una de las grandes El mundo según (Mushroom Pillow, 2006). Difícil es pensar que no ha tomado la decisión correcta cuando está escribiendo canciones simplemente brillantes.

Unas cuantas escuchas de su nuevo trabajo nos permiten disfrutar de un puñado de juegos intelectuales y coqueteos con el folclore inmersos en melodías realmente pegadizas. Esplendor en la hierba y su historia de barqueros y niñas bonitas es un comienzo perfecto, que por supuesto no se queda ahí. La mejor manera de comprobarlo es escuchar los tres cortes consecutivos que componen el cuerpo central del álbum, y que siendo tan distintos entre sí (y a la vez tan propios de Sr. Chinarro) nos muestran a las claras a dónde ha llegado el talento de este buen hombre y de la gente de la que se rodea. Hablo de la alegre candidez de G. G. Penningstone, que resulta ser una dedicatoria a su hijo (y puedes leer en esta entrevista de dónde viene tan peculiar nombre). Le sigue un tema mayúsculo, Gitana, donde debo decir que épica y sentir flamenco me dejan con la boca abierta cada vez que lo escucho. Y a continuación El lejano oeste, una anécdota de viajes revestida por capas de violines y un enorme clarinete que logran un efecto tremendamente sugestivo y cautivador.

Queda dicho arriba, pero hay que remarcarlo: qué gran banda ha reunido Antonio Luque en Sr. Chinarro. No hay más que prestar atención a los acompañamientos instrumentales de La decoración o No dispares, por poner dos ejemplos. Envoltorios de primer nivel para composiciones tan redondas como Ni lo sé ni lo quiero pensar, Ángela, o Del montón, otra de mis debilidades gracias a su genio andaluz y una frase tan rotunda como «pudo ser un amor del montón, pero todo el montón era mío». Resulta toda una aventura indagar en sus letras, y descubrir mensajes obvios y no tan obvios. Ahí queda ese «barco en una botella» que encuentra «unas cartas marcadas de navegación» en El mar de la tranquilidad, o un desalentador alegato contra el ajetreo diario de traje y oficina en Militar. Para cerrar, nos ofrecen un divertido enfoque a una triste ruptura bajo un título tan apropiado como La última cena.

Total, doce nuevas canciones para ampliar y mejorar el ya bastante impresionante acervo musical de la banda. Un álbum completísimo de un grupo que lleva más de doce años publicando obras imprescindibles y nunca suficientemente publicitadas. Por mi parte desconozco si Antonio Luque frecuenta el gimnasio o si los años no pasan en balde y la curva de la felicidad empieza a imponer su ley, pero no cabe duda de que Sr. Chinarro se encuentra musicalmente muy en forma.

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