Sicko
Todos tenemos problemas, da igual lo estúpidos que puedan parecer a un observador imparcial. No tener ropa adecuada para ponerte, no poder conectarte a internet, no tener dinero para ir al cine, no poder conquistar a la persona que nos gusta… En ese momento parecen cosas terribles. La gran diferencia entre una persona normal que vive en Tanzania y otra que vive en Francia es que los problemas son de otra índole; que pueden parecer más importantes en el primer caso para un observador externo imparcial, pero que en realidad están unidos a una subjetividad tan fuerte, que los efectos que producen pueden llegar a ser devastadores en el estado de ánimo de quien los sufre.
La realidad es que en Europa somos afortunados al tener adversidades distintas a las que implican directamente nuestra supervivencia a corto plazo, como por ejemplo los problemas de salud. Lo primero que habría que preguntarse es: ¿qué es la sanidad? Muchas personas dirían que es un conjunto de servicios médicos que nos dan una solución a un determinado problema inmediato de salud. La mayoría de las personas solo suelen pensar en el médico cuando tienen trastornos, como un dolor de cabeza, fiebre, una torcedura de tobillo, vómitos… En definitiva, cuando no se encuentran bien. Pero, en realidad, este concepto va más allá y comprende la idea de que, además, hay que prevenir esos problemas. Si éstos se producen, las personas deben tener distintos niveles de asistencia, ya sea de atención primaria u hospitalaria, para atender correctamente cada una de esas diversas situaciones. Ahora bien, ¿qué ocurriría si ese servicio, que todo el mundo tiene asumido que está en sus derechos básicos, no existiese? ¿Qué ocurriría si ese servicio sólo se diese a las personas con mucho dinero y se le negase, aun existiendo, a las personas que no alcanzan ese presupuesto? La solución a esas preguntas la tenemos en el sistema de salud norteamericano.
En Sicko, Michael Moore se mete de lleno a retratar la sanidad de su país de una forma sencilla, directa y manipuladora a veces, pero simplemente brillante. El recorrido y las descripciones que hace, alternando situaciones reales con declaraciones de personas directamente implicadas en el mundo de la sanidad, añadiéndole su habitual toque de excentricidad y razonamientos sencillos de asimilar para un público no muy exigente, completan un filme fácil de ver y muy recomendable, si eres capaz de abstraerte del mensaje político y observar el problema en conjunto. En definitiva, un paso más en el recorrido reivindicativo de este hombre, que en teoría busca el bien para sus paisanos destapando los problemas de su nación, pero que en realidad hace productos de consumo más del gusto del público europeo. Aun así bien merece la pena echarle un vistazo.
Sicko, EE.UU., 2007
Guión y dirección: Michael Moore; Fotografía: Andrew Black; Música: Erin O’Hara; Género documental.