Si la cosa funciona
¿Qué se le debe pedir a una película? ¿Qué debe aportarte individualmente para considerar que haya merecido la pena perder dos horas de tu preciosa vida en verla? Hay quien busca espectáculos visuales alejados de la realidad a la que se enfrenta de forma cotidiana. Hay quien busca películas dulces, que le envuelvan en sus brazos como una madre cuando amamanta a su bebé, y que le reconforte, evadiéndose así de los problemas personales. Hay quien busca historias elaboradas, que tengan giros argumentales bien desarrollados y tramas que le mantengan pegado al asiento desde principio a fin. Como diría Oscar Wilde, cada uno de ellos tiene gustos simples; sencillamente les gusta lo que creen que es mejor.
¿Y qué se puede decir de Si la cosa funciona? Lo primero es que si alguien busca un filme del estilo de los anteriores quedará muy decepcionado. Nos encontramos ante una película típica de Woody Allen, donde los diálogos son los cimientos, la estructura y la argamasa de toda la película de principio a fin. Sin artificios, pero deparándonos, como suele ser habitual en este genial director, unos diálogos brillantes y memorables en algunos casos. De hecho, una breve descripción de su argumento no hace justicia a las ácidas y a veces derrotistas líneas que nos concede el protagonista. Un físico, hipocondríaco y brillante, interpretado por el humorista Larry David, vive solo en un piso destartalado de Nueva York. Dedica su vida a dar clases de ajedrez a unos pobres niños, además de reunirse con sus amigos, ya sea para charlar, tocar instrumentos musicales o para cualquier otra actividad de ocio. Un día, sin embargo, una chica con apariencia de vagabunda (Evan Rachel Wood) le aborda en la puerta de su casa. Está hambrienta y no tiene donde dormir, por lo que le deja que pase unos días con él, mientras encuentra algo de lo que vivir en la ciudad. Unos días que al final se acaban alargando de forma inesperada.
Una película recomendable de principio a fin. Con sus lógicos altibajos, pero que no solo entretiene bastante, sino que además deja reflexiones que quedan en la memoria bastante tiempo después de su visionado. Como bien dice el personaje de Larry David al principio del filme: “No soy un tipo agradable, el encanto nunca fue una prioridad para mí. Y, sólo para que lo sepan, esta no es la película ‘reconfortante’ del año. Si tú eres uno de esos idiotas que necesita reconfortarse, vete a que te den un masaje de pies”.
Whatever works, EE.UU., 2009
Guión y dirección: Woody Allen; Fotografía: Harris Savides; Montaje: Alisa Lepselter; Intérpretes: Larry David (Boris), Evan Rachel Wood (Melody), Patricia Clarkson (Marietta), Ed Begley Jr. (John), Michael McKean (amigo de Boris), Henry Cavill (Randy), Carolyn McCormick (Jessica).