Seven
Corrían los primeros años de los noventa. Empezaba una década prometedora: las hombreras, los pelos voluminosos y los colores chillones pasaban de moda, y una nueva generación comenzaba a abrirse paso con ideas frescas y pretendidamente revolucionarias. En este entorno, un joven semidesconocido llamado David Fincher empezaba a trabajar en el mundo de la dirección de películas. Su primera obra fue Alien 3, una producción menor que recibió muchas (y quizás merecidas) críticas. Su carrera podría haberse quedado ahí, como un director de videoclips más, que lo intenta en el cine, pero sin el suficiente talento como para que las productoras confíen en él. Sin embargo continuó, y su siguiente obra fue Seven.
Un veterano policía de homicidios (Morgan Freeman), cansado de la violencia y corrupción de su ciudad, decide jubilarse anticipadamente. Antes de hacerlo debe dar el relevo a un nuevo compañero, un policía joven y medianamente inexperto (Brad Pitt) pero al que, como a todos los jóvenes, le sobran arrojo e impaciencia por resolver casos, con el fin de demostrar que está a la altura. Coincidiendo con esta situación, una serie de enigmáticos asesinatos, basados aparentemente en los pecados capitales, empiezan a descubrirse en la ciudad.
¿Qué puede haber de nuevo en una película con dos policías, con una diferencia de edad tan acusada, que investigan los misteriosos asesinatos en serie de un psicópata? En principio nada. Hay un buen puñado de películas de Hollywood que encajan perfectamente en esa descripción. No era una temática novedosa, ni siquiera hace quince años. Sin embargo, Seven sí tuvo cosas especiales y reseñables: nos descubrió a un director que no solo sabe apoyarse en buenos guiones, como nos ha demostrado a lo largo de toda su carrera, sino que además es brillante a la hora de darle ritmo a la trama y a cada una de las escenas que se suceden, con una cadencia suave y natural. Este director de videos musicales resultó ser un buen contador de historias, al contrario de lo que suele ocurrir hoy en día, donde muchas producciones cinematográficas tienen, curiosamente, ritmo de videoclip. El reparto, bien es cierto, también ayudó bastante al filme; además de los mencionados Morgan Freeman y Brad Pitt, que están más que correctos en sus respectivos papeles, nos encontramos a una joven Gwyneth Paltrow, interpretando a la perdida y algo deprimida esposa de Pitt, y a Kevin Spacey en el papel del villano que siempre va un paso por delante. Ambos papeles pueden parecer poco exigentes, pero están resueltos con una solidez y realismo que ya querrían para sí muchos de los secundarios de Hollywood o de nuestro propio cine. Sin duda, una película muy recomendable a pesar del tiempo transcurrido desde su estreno, sobre todo si se quiere revisar la trayectoria de Fincher y ver con más perspectiva sus siguientes películas, para las cuales Seven fue el indudable punto de partida.
Seven, EE.UU., 1995
Director: David Fincher; Guión: Andrew Kevin Walker; Fotografía: Darius Khondji; Música: Howard Shore; Intérpretes: Brad Pitt (detective David Mills), Morgan Freeman (teniente William Somerset), Gwyneth Paltrow (Tracy Mills), Kevin Spacey (John Doe), R. Lee Ermey (capitán de policía).
Inolvidable.
«Long is the way, and hard, that out of hell leads up to light»
Largo y penoso es el camino que desde el infierno conduce a la luz
Esta cita de El paraíso perdido, poema de John Milton, que aparece a mitad de la película también es inolvidable.