Roskilde
Creado por dos estudiantes daneses en 1971, el festival de Roskilde es actualmente uno de los grandes sucesores de aquellas multitudinarias orgías musicales que tuvieron en Woodstock o Altamont sus mayores representantes. Antigua capital de Dinamarca, situada en la isla de Selandia y con una población que apenas supera los cincuenta mil habitantes, Roskilde, a lo largo de cuatro días, se convierte en una celebración de la vida a base de drogas, esperpento y música. Es decir, ni más ni menos que las máximas hippies pero instaladas en pleno siglo XXI.
Ulrik Wivel, antiguo bailarín, nos ofrece aquí todo ello en un formato a ratos espectacular, rozando el thriller por momentos, y mezclando acertadamente las distintas arterias –no todas- de las que se nutre un festival tan apabullante. Desde policías y técnicos de seguridad, pasando por voluntarios y asistentes de toda índole –el abanico de colores, rarezas y extravagancias tiende al infinito-, Wivel consigue un retrato certero y fascinante de algo que, por momentos, parece anclado en la ciencia ficción. Entre las actuaciones más destacadas –hablamos de la edición de 2006- cabe destacar las de Rufus Wainwright, Sonic Youth, The Streets o los incansables Franz Ferdinand. Pese a que, como le he leído a no sé quién, es una cinta que deja resaca, merece la pena empaparse de Roskilde hasta sentirte uno más de ese universo único, primario y, de vez en cuando, totalmente necesario.