Esta banda luxemburguesa formada en 2005 –y que graba en el sello alemán Trisol–, logra con su ya sexto álbum una curiosa combinación entre la chanson francesa y el folk americano. Un grupo -que aun con todo lo dicho se llama Rome e interpreta lo que ellos denominan “chanson noir”– formado por Jerome Reuter y Patrick Damiani, acompañados de los instrumentos de cuerda de Nikos Mavridis, y que se han convertido oficialmente en el distintivo de su sonido.
Con una voz principal cercana a la de Nick Cave, unas miras puestas en Jacques Brel y Tom Waits, y con títulos en francés pero interpretados en inglés en su mayoría, Nos chants perdus es, en general, el álbum de una banda de neofolk con toques avant-garde. Una fórmula con la que parecen avanzar con paso firme, a pesar de que con este disco pueden haber perdido algunos seguidores de sus primeros trabajos, más oscuros. Canciones como Le chatiment du taitre, La commune o La rose et la hache, con acordeón francés incluido, destacan en un disco, puede que denso y no apto para todas las ocasiones, que se presenta en una elegante edición libro-CD con citas célebres y las letras del álbum.
