Roger Waters (Barcelona, 21-04-07)
Roger Waters plays…The Dark Side Of The Moon. Roger Waters se presentaba en Barcelona con las entradas agotadas desde hacía semanas. El Palau Sant Jordi, donde no había asientos en la pista como parecían indicar las localidades, presentaba un aspecto realmente festivo. Camisetas, gorras y carteras de Pink Floyd, entre otras cosas, se mezclaban con la emoción que muchos teníamos ante el acontecimiento que íbamos a presenciar. Antes de introducirnos en el recinto pudimos disfrutar de una de las mejores frases de la noche. La lanzó al aire un tipo que repartía publicidad sobre algún concierto de Sydbarretina: «¡David negocia ya!». Lo cierto es que ver a Pink Floyd al completo en directo es algo con lo que todo buen aficionado a la música sueña. El Live 8 nos dio algunas esperanzas, pero poco tiempo después nos las arrebató de un plumazo. El caso es que íbamos a ver a la cabeza pensante de aquel grupo que para muchos quedó a la deriva (pobres) tras el viaje alucinante de Syd Barrett. Y por si fuera poco, entre otras cosas, iba a interpretar el The dark side of the moon (EMI, 1973) al completo.
Deseábamos con impaciencia que llegaran las nueve y media de la noche. En la espera, y una vez ya dentro del Palau, pudimos observar detenidamente la gran pantalla (custodiada por dos más pequeñas a los lados) ocupada por la imagen de una radio antigua. De vez en cuando aparecía una mano para cambiar de emisora, ofreciendo principalmente pildorazos del mejor rock’n’roll clásico (Abba no duró ni dos segundos «en antena»). También hacía acto de presencia para agarrar el whisky mientras el humo de lo que fuera que se estaba fumando inundaba el paisaje.
Pasados dos o tres minutos de la hora Roger Waters, más canoso que nunca, apareció sobre el escenario. Le acompañaba una banda que ya tiene más o menos consolidada, a saber: Andy Fairweather Low, Snowy White y Dave Kilminster (guitarras), Ian Ritchie (saxo), Graham Broad (bateria), Katie Kisson, Carol Kenyon y PP Arnold (coros), Jon Carin (teclados) y Harry Waters, hijo de Roger, en los sintetizadores. El repertorio del concierto no cambió nada (ni falta que hacía) respecto a las demás fechas de la presente gira. Tres actos donde Waters repasaría gran parte de la trayectoria de los Floyd, dejando de lado la primera época del grupo.
El primer tema, In the flesh, sonó apabullante. La gente quedó impresionada con el juego de luces y explosiones, y algunos incluso levantaban sus puños cruzados rememorando todo aquel majestuoso The wall (EMI, 1979). Mother sirvió para que Roger Waters se enfundara la guitarra acústica, dándonos cierto respiro. Con Set the controls for the heart of the Sun fueron apareciendo en la pantalla imágenes los primeros Floyd paseando por la playa (todo muy Pompeii). Tras su finalización, muchos exclamaron de placer al escuchar los primeros compases de Shine on you crazy diamond, recortada para la ocasión y con imágenes de Syd Barrett de fondo (más ovaciones). Les siguió Have a cigar y Wish you were here, con muchísima gente levantando sus móviles (también se podía distinguir algún mechero). El público flotaba como el astronauta que pasó por encima de nosotros: un muchacho a mi lado se tocaba los pelos balbuceando como si estuviera en éxtasis mientras otro canturreaba que ojalá estuvieras aquí. Y uno que yo me sé no podía ni cerrar la boca del asombro.
Waters también dedicó su tiempo al denostado The final cut (Columbia, 1983) con Southampton dock y The Fletcher Memorial Home (ésta última especialmente intensa) y a composiciones en solitario como fueron Perfect sense part 1 & 2 y la recién parida Leaving Beirut (una pieza que podría cantar Bob Dylan y que contiene fuertes ataques a Bush y Blair). Aquí se nos iba mostrando en la pantalla la letra de la canción a través de un curioso cómic. Para finiquitar esta primera parte, un gigantesco cerdo sobrevoló el Palau Sant Jordi mientras Sheep sonaba atronadora. De lo más punk de la noche. Entonces Waters anunció que volverían en quince minutos para ofrecernos el The dark side of the moon. La luna se iba acercando…
El punto álgido de la noche pasó muy rápido. La interpretación del mítico álbum fue algo único, bello e irrepetible. Escuchar en vivo temas como Breath, Time, Money, The great gig on the sky o Eclipse es algo que ninguno de los allí congregados podremos olvidar jamás. Las sensaciones y emociones fueron varias, algo difícil de contar. Menuda gozada la pirámide y los láser de la parte final… La ovación fue espectacular y la gente estaba muy excitada. Pasados ya unos días, aún me resulta extraño pensar que estuve allí y viví todo aquello. Realmente se trataba de un sueño hecho realidad. En los bises, Waters y su banda ofrecieron un pequeño set dedicado a The wall, con The happiest days of our lives / Another brick in the wall (part 2) para comenzar (con casi todo dios bailando y gritando), Vera, bring the boys back home (donde brotaron muchísimas explosiones) y Comfortably numb para el orgasmo final.
Poco más que decir. La noche fue prácticamente de matrícula y, al menos para el que escribe, el concierto superó todas las expectativas (y eran, creedme, muy altas). Si eso de «¡David negocia ya!» no funciona, esperemos que al menos los componentes de la banda sigan girando. Gracias, Roger.
Texto: Francisco J. Fdez.
Fotos: Sergi Serrano