Rjd2 – Since we last spoke
Aunque no se incluyese en las listas de lo mejor del 2002, el disco de debut del rapper blanco Rjd2, Dead ringer, fue uno de los mejores de su año. Con sólo echar un vistazo a la galería de elogios que obtuvo (El-p, capo del sello Def Jux, llegó a decir “este disco cambiará el puto mundo”; las revistas musicales barcelonesas lo convirtieron de la noche a la mañana en lo más cool del momento…) basta para hacerse una idea del impacto que causó un disco excelente. Del todopoderoso Dj Shadow aprendió la manera de construir, y del funk, el soul, el jazz, el blues y todos los estilos negros (negrísimos) de las cinco últimas décadas obtuvo la materia prima. Total: un disco de hip hop abstracto con sabor añejo, absolutamente orgánico y con un feeling especial, extraído directamente de todos esos polvorientos vinilos de segunda mano que Rjd2 no paraba de comprar y samplear.
Menos de 2 años después se nos presenta este Since we last spoke. Sin el factor sorpresa de por medio, el impacto ha sido, lógicamente, mucho menor. El secreto de Dead ringer nunca fue su envoltorio, sino su inspiración, y las canciones de este disco, sin bajar del notable en ningún momento, no alcanzan a las de su precedente. Parece que Rj ha querido dar esta vez la misma importancia a los sonidos electrónicos que a los orgánicos, y el resultado sigue siendo muy exuberante y molón, pero quizás un poco menos personal que antes. Vamos, que cualquier artista del sello Ninja Tune, previamente tocado por la mano del Espíritu Santo, podría firmar sin problema cualquiera de estos 14 temas y no se notaría mucha diferencia. No hay hits demasiado destacables ni momentos especialmente inolvidables, pero la elegancia y las intenciones de este dj con nombre de robot intergaláctico permanecen. También permanecen las trompetas, los bajos, las voces soul y los inconfundibles beats. Así que no nos confundamos, Rjd2 sigue y seguirá siendo el “número 2” del hip hop abstracto (no confundir con el “indie rap” o el rap intelectualoide y emocional que ya nos intenta vender hasta el Tentaciones), a cierta distancia aún de la sombra, pero muy por encima de sus -cada vez más- imitadores.
Un disco notable, de 4 estrellas en lugar de 5, perfecto para escuchar en habitaciones húmedas sin que nos entren ganas de dormir ni de bailar, e ideal para retorcernos en el suelo –una vez más- desesperados por no ser niggers. Si Michael Jackson pudo… ¿por qué no podremos nosotros hacer la vía inversa?