El despegue
Con un par de datos biográficos de Viva Suecia es suficiente para delimitar el posible trazado de sus intenciones musicales. La formación murciana nació el día de Navidad de 2013 y a los pocos meses ya había puesto un primer trabajo homónimo –un EP de 5 poderosas canciones– en circulación, nada menos que con su amigo y paisano Paco Román (de Neuman) a los mandos de la producción. Dato biográfico número 1: su relación con el rock alternativo melancólico. Dato biográfico número 2: su nombre. Viva Suecia responde a la pasión de Fernando Campillo, su batería, por los grupos escandinavos de post-rock, lo que queda claro no solo en la intensa pantalla rítmica del sonido de la banda, sino también en el oleaje de sus guitarras y en la inclinación natural de voces y melodías por dejarse caer a través de abruptos terraplenes emocionales.
El estreno de Viva Suecia en el sello Subterfuge, quizá el más claro y antiguo referente de la escena alternativa nacional, se produjo en febrero del año pasado mediante la publicación de La fuerza mayor, una especie de álbum compuesto por dos EP –seis temas nuevos más los cinco de Viva Suecia– que contenía Bien por ti, su primer gran pelotazo, que cuenta ya con más de medio millón de reproducciones en Spotify. Segunda referencia, segundo trabajo producido por el líder de Neuman.
Pero vamos a lo que venimos: Otros Principios Fundamentales. El primer álbum de larga duración de Viva Suecia vio la luz el pasado 3 de marzo postulándose, no tanto como un segundo (o tercer) debut, sino como el movimiento definitivo de despegue de una banda llamada a colgar sold outs –ya lo está haciendo– en salas cada vez mayores. A sus coordenadas maestras, a la luz de esta nueva entrega, hay que añadir tímidos coqueteos con las texturas abrumadoras y a la vez manejables del shoegaze estilo DIIV –¿Nos Ponemos Con Esto?, con esos brillantes y agudos remates de guitarra– y con la épica de Standstill –Hemos Ganado Tiempo, en la melodía de su estribillo–, integrándolos en el corpus, cada vez más sólido, del global de sus canciones.
Viva Suecia practican un rock muy sano, vitaminado y de aspecto radiante, plasmado en un álbum, Otros Principios Fundamentales, que arranca a lo grande: con una terna infalible que atrapa con fuerza al oyente. La plenitud efusiva y poderosa de Piedad, la carismática y paradigmática El Nudo y la Esperanza, posiblemente destinada a suceder a Bien por ti como hit, y Nunca Estamos Solos, con su altísimo contenido en emoción –vaya pedazo de solo– post-rockera (*), marcan la dirección de manera clara e inequívoca.
Tras los fibrosos envites iniciales, la marcha se aminora con La Estrella de David, una extensa canción cuya progresión crece también por sendas de escalada previamente abiertas por bandas como Mogwai, Tristeza, September Malevolence o Ef (*). A partir de entonces, en la parte central del disco, las energías parecen difuminarse ligeramente, derivando en un lenguaje más aplanado aunque igualmente cargado de efectos sentimentalistas que nos hacen seguir conectados. Hablamos, fundamentalmente, de la atmósfera líquida de Aprendiendo a Nadar, de la amable accesibilidad de A Dónde Ir, con sus melodías tan perfectamente encajadas y del minimalismo y el vacío rítmico de Lo Último Que Se Pierda.
Pero el disco se cierra como se abre: con una terna vibrante basada en el poder abrasador de la guitarra. Con la ya mencionada Hemos Ganado Tiempo en medio, Vamos a hacer… y … Que Esto Funcione, dos canciones divididas por una tormenta eléctrica de distorsión y batería a todo trapo, hacen que nos rasguemos el culo bajando a toda velocidad por un último terraplén. Porque todos los indicios apuntan a que al final de la dolorosa cuesta –ya sea hacia arriba o hacia abajo–, al final de todo sufrimiento si lo estrujamos bien y le sacamos todo su jugo y aprendizaje, nos esperan días de luz y plenitud sentimental. Esa es la promesa que esconden las fórmulas musicales como la de Viva Suecia: purgantes y emocionales. Chutes de rock alternativo en vena como estos, si tienen la frescura que tiene este álbum, siempre son necesarios y bien recibidos.
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