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[Reseña] Various artists – Ocean Child: Songs of Yoko Ono

Yoko Ono compartió hace unos meses un artículo en el que se afirmaba que el nuevo documental sobre The Beatles, ‘Get Back’, de Peter Jackson demostraba que ella no fue la culpable de la disolución de la banda. En el artículo de Uproxx, se citaba a Peter Jackson que la describía en el documental como una “presencia benigna que no interfiere lo más mínimo”. A esta proceso de reivindicación – que no beatificación- de la figura de Yoko Ono parece que se ha querido unir Ben Gibbard de Death Cab For Cutie, presentando con Ocean Child: The Songs Of Yoko Ono un disco de homenaje a la genuina artista.

La propia singularidad que seguramente ha fascinado siempre a muchos artistas, que ven su excéntrica figura como un símbolo de auténtica libertad artística, es que la mayor parte del catálogo de Yoko Ono, indiferente a cualquier conciencia de comercialidad, no sea accesible al público mayoritario. Ya en 1984 hubo un primer homenaje- por el 50 aniversario de su nacimiento- con el disco Every Man Has a Woman, que supuestamente fue uno de los últimos proyectos personales de John Lennon, asesinado antes de que pudiera verlo cumplido. De hecho aquel disco incluyó finalmente la versión de la canción titular- incluída inicialmente en Double Fantasy interpretada esta vez por el propio Lennon. Aquel disco tuvo una acogida muy discreta y no logró buenas ventas, a pesar de contar con colaboraciones bastante notables de artistas como Harry Nilsson, Roberta Flack o Elvis Costello, entre otros.

Ocean Child: Songs of Yoko Ono nace desde una óptica distinta de aquel prematuro panegírico, ya que esta vez es un tributo sincero de músicos de distintos estilos que, de una u otra manera, se han visto influídos por la carrera de Ono en algún momento de sus vidas. Su trayecto abarca gran parte de su dilatada trayectoria- curiosamente en el listado no repite ninguna de las canciones de aquel álbum de 1984- si bien no olvida el primer período de la Plastic Ono Band con una versión aún más pop que la original de Who Has Seen the Wind? de Yo la Tengo y David Byrne– cara b del éxito Instant Karma- una indolente revisión de Listen, the Snow Is Falling de Stephen Merrit, algo reprochable si tenemos en cuenta que aquella cara b de Happy Xmas (War Is Over) era, probablemente, una de las melodías más claras de la compositora. Además, de Some Time in New York City (1972) se rescata una épica revisión envuelta en arreglos de cuerda de Born in a Prison a cargo de US Girls.

El disco homenaje intenta sortear también versiones que ya aparecían en los respectivos discos de remezclas Yes, I’m a Witch (2007) y Yes, I’m a Witch Too (2019) y se centra, sobre todo, en sus primeros tres trabajos durante la década de los 70s: los aclamados Fly (1971), donde los Flaming Lips cómodamente hacen suya Mrs Lennon en una evocadora versión, Approximately Infinite Universe (1973) con Dogtown de Sudan Archives– la mejor de las tres versiones de aquel álbum doble- Yellow Girl (Stand For Life) de Thao o Waiting for the Sunrise de Death Cab for Cutie y el álbum  feeling the space (1973) con la versión de Run Run Run de Amber Coffman y Growing Pain de Jay Som, una de las más sobresalientes de todo el homenaje.

Ocean Child: Songs of Yoko Ono, sin embargo, pasa por alto los discos de Ono grabados durante los 80s y los 90s salvo Season of glass (1981)– su mayor éxito en solitario en listas, lanzado menos de seis meses después de la muerte de Lennon – con la notable Toyboat a cargo de Sharon Van EttenNo No No de unos Deerhoof completamente en su habitat y No One Sees Me Like You Do de Japanese Breakfast en una versión prácticamente íntegra a piano. También rescata el álbum póstumo de Lennon Milk and Honey (1984) con Don’t Be Scared, donde We Are KING adapta su ritmo original reggae a un pop soul sedoso y, de su discografía más reciente, Take Me to the Land of Hell de 2013 con la versión de There Is No Goodbye Between Us de Yo La Tengo, aunque no estaría mal haber recuperado la excelente N.Y. Noodle Town. En cualquier caso Ocean Child: Songs of Yoko Ono sirve como excusa perfecta para acudir a los discos originales y, finalmente, rehabilitar, sin necesidad de divinizar, la figura de Yoko Ono.

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