[Reseña] Snowbird – Moon
El patrón vuelve a los mandos
Después de haber lanzado gran parte de su discografía en 4AD, los escoceses Cocteau Twins se decidieron a dar un paso más y crear un sello propio al que llamaron Bella Union. A pesar de la ruptura casi inmediata de la formación, en 1997, dos de los miembros fundadores, Robin Guthrie y Simon Raymonde, decidieron seguir adelante con el sello. Gracias a ellos -sobre todo a Raymonde- hemos podido disfrutar de fichajes como The Czars– la primera banda de John Grant-, Explosions in the Sky, Fleet Foxes o Beach House, entre otros muchos.
Simon Raymonde se dedicó por completo a dirigir el sello desde el año 2000 y apenas volvió a sentarse en un estudio de grabación desde la separación de Cocteau Twins. Sin embargo, tras conocer a la cantante Stephanie Dosen, quien había hecho coros para Midlake y actuado en las giras de Massive Attack, Raymonde se hizo con un piano en una subasta y encontró huecos para grabar piezas sueltas que iba mandando desde Londres a Dosen, que vivía en Carolina del Norte. Ella le devolvía bocetos con voces, y así modelaron en apenas dos semanas el esqueleto de Moon.
Si algo bueno tiene ser jefe es que cualquiera te dice que no ante un requerimiento. Así que en la posterior grabación del disco, Raymonde consigue reunir un plantel estelar de invitados de lujo: dos miembros de Radiohead -el batería Phil Selway y el guitarrista Ed O’Brien- otros dos de Midlake -el guitarrista Eric Pulido y el bateria McKenzie Smith- además de Paul Gregory (Lanterns On The Lake) y Jonathan Wilson. La inmediata evocación a Cocteau Twins es irremediable: al fin y al cabo, Simon coescribió prácticamente la mayor parte de las canciones de su antiguo grupo tras incorporarse en 1983. Desde el comienzo –I heard the owl call my name– la mágica combinación de voces típica en los escoceses vuelve a inundar el ambiente, esta vez con la rúbrica de Stephanie Dosen, aunque sin los efectos de guitarra de Robin Guthrie, que siempre ejercían de contraste. Ante los primeros acordes de All wishes are ghosts a uno le cuesta creer por qué Simon Raymond ha tenido tanto tiempo guardado su ingenio entre despachos. Con la excelente Bears on my trail vuelve a demostrar que su destreza viene de familia: Simon es hijo de Ivor Raymonde, también reputado productor y compositor del I only wanna be with you de Dusty Springfield.
Con Moon puede que no nos encontremos lo que hubiera podido ser un hipotético genial noveno disco de los Cocteau Twins– en algo se tendría que notar la falta de Elizabeth Fraser y Robin Guthrie-, pero sí un indicio de lo que podría haber sido, y en todo caso, una bienvenida a un talento desaprovechado en la oficina como es el de Simon Raymonde. Esperemos que éste no se convierta en un hobby momentáneo y Raymonde nos siga entregando discos como éste.