[Reseña] Savages – Adore Life
Amar hasta sangrar.
Debutar en la industria de la música con un álbum exultante puede ser un arma de doble filo: justo del tipo que les gusta manipular a las cuatro chicas Savages. Tras Silence Yourself, publicado en 2013, eran muchas las expectativas volcadas en ellas: las nuevas reinas del post-punk británico más oscuro y aguerrido; y ante el reto han apostado por agarrar con fuerza el puñal, sangrar un poco, arriesgar, y empoderarse aun más. Adore Life, su recientemente editado segundo disco, es un golpe encima de la mesa que reivindica una fórmula que demuestran dominar con asombrosa facilidad, y que pueden elevar a una categoría superior a la del propio género por el valor de su (meta)discurso. Básicamente nos instan a amar la vida, a adorarla hasta sus últimas consecuencias, quemando rueda y poniendo toda la carne en el asador. A agarrar la vida con fuerza, a amar hasta sangrar; y a volver a amar tras cada derrota porque el amor es la respuesta.
Un discurso así no podía expresarse con otro lenguaje musical que no fuera el suyo: metralla rítmica, rasgueos y rugidos de guitarra, un bajo abrupto y una voz decidida e incisiva. La perfecta coyuntura entre discurso y lenguaje; entre contenido y forma. Es verdad que en la superficie estética no se han producido grandes variaciones con respecto a su ópera prima, pero habiendo perfilado tan perfectamente su estilo y el del post-punk en él, ¿para qué cambiarlo? No, el mayor atractivo de Adore Life no reside en un criterio sencillamente musical, que ya lo tenían de fábrica, sino en la racionalización integral que han hecho de su obra artística convirtiéndola en un todo donde se mezclan el discurso, la forma y la estética de manera brillante y categórica. Además, parecen haber entendido que la evolución de su arte no la deben dictar los cambiantes y caprichosos criterios o categorizaciones estilísticas, sino su propio desarrollo como personas y artistas, arriesgándolo todo por una vivencia más intensa de su propia música.
El resultado es un álbum frenético y rico, compacto y afilado. Demoledor, pero con un principio de efectividad por el cual no se desperdicia una sola nota. La ofensiva instrumental es fiera pero calculada, como un bombardeo preciso sin víctimas colaterales. En ese sentido, se nota que tienen clara la diana de su ira, y que han centrado toda su inagotable energía de trinchera en visualizarla y abordarla sin resquicio para el error. Hay temas de deliberado ataque en masa, como la inaugural The Answer, Sad Person, con guitarrazos inapelables sobre una mortífera y galopante base de bajo y batería, la visceral y desesperada I Need Something New, o la atropellada T.I.W.YG.. Otros más de lento asedio, con una agresividad más cerebral, como Evil, la escurridiza Slowing Down The World, la impaciente When In Love, o Surrender, posiblemente la canción más extraña y monumental que han firmado hasta la fecha. Pero todas en conjunto forman una unidad, tan belicosa como incontestable.
Destacan, eso sí, dos puntos de fuga rítmicos y de intensidad que otorgan veracidad y volumen a su discurso narrativo. Una es Adore Life, cautivadora y acechante oda a la vida en la que casi prescinden de sus elementos instrumentales y estructurales más característicos para adentrarse en terrenos más amables y desahogados; y la otra es la vaporosa Mechanics, que sirve de apaciguado cierre para un álbum que agota y agarrota los nervios, pero que también limpia y despeja la mente. En general se podría decir que las canciones de este Adore Life están un punto más cocinadas que las que pueblan su álbum de debut, pero probablemente se debe al extra de experiencia que han ganado en estos casi tres años. La receta sigue siendo la misma y los ingredientes también, pero la mano que remueve el asunto es ahora la de una banda que se implica hasta las últimas consecuencias sin miedo a cometer errores. Porque en eso consiste su propuesta: en apostarlo todo, en adorar la vida; y en morir amando para volver a renacer una y otra vez y amar de nuevo.