Reseña – Rey Lear (Teatro Cervantes, Málaga, 29/01/19)
Ricardo Iniesta dirige un montaje donde estética y política van de la mano
Atalaya, Premio Nacional de Teatro en 2008, conmemoraba el pasado año su trigésimo quinto aniversario con el estreno de Rey Lear, segundo asalto shakespeariano de la compañía sevillana tras el Ricardo III que realizó en 2010. Carmen Gallardo, cofundadora del grupo teatral, encarna en esta ocasión a Lear, recientemente interpretado por otras figuras femeninas como Nuria Espert o Glenda Jackson. Independientemente del actor que encarne al monarca —Anthony Hopkins lo hizo hace unos meses en una nueva adaptación para la BBC— es el relato el protagonista indiscutible; un texto universal que, como bien apuntan desde Atalaya, retrata pasiones e instintos humanos que se mantienen imperturbables desde su primera representación a finales de 1604 y, con toda seguridad, desde algunos milenios más atrás.
Ricardo Iniesta dirige un montaje donde estética y política cabalgan juntas. El trabajo colectivo sobre el escenario se revela como uno de los grandes hallazgos de la propuesta gracias a las orgánicas transiciones escénicas, los pequeños fragmentos cantados y coreados o los desplazamientos de los personajes, coreografiados y entrelazados de forma admirable. Cabe destacar la encomiable labor, junto a la de Gallardo, de Lidia Mauduit en su papel de bufón, sujeto saltarín y verboso —aquí, es evidente, con sus arengas y predicciones reducidas con respecto al original— que señala, a pesar de todo, el sendero hacia lo veraz. Suyas son algunas de las sentencias que hoy, por controvertidas y verídicas, serían objeto de escarnio, censura y posible causa de una citación judicial. Es uno de los cientos de males de estos tiempos en los que, como bien dejó escrito Shakespeare entre tanto tino, «los locos guían a los ciegos».