[Reseña] Porridge Radio – Clouds in the Sky They Will Always Be There for Me
Si algo no se puede acusar a Porridge Radio -Dana Margolin en la voz, Georgie Stott en teclados y coros, Sam Yardley en batería y teclados y Dan Hutchins en bajo- es que hayan nacido como uno de esos hype de portada del nme o propulsado a bobo y platillo por una compañía discográfica de renombre. De hecho no fue hasta su segundo álbum, Every Bad (2020), cuando fue preseleccionado para el Mercury Prize, cuando el cuarteto de Brighton comenzó a llamar la atención de los grandes medios y, dos años después, con Waterslide, Diving Board, Ladder to the Sky (2022), cuando finalmente logró su primer top 40 en la lista oficial del Reino Unido.
Para esta cuarta entrega, la banda acudió al ingeniero Dom Monks, que ha trabajado últimamente con músicos de folk pop como Big Thief y Laura Marling, para darle soporte a este nuevo capítulo, grabado en la campiña de Somerset a principios de 2024 en un ambiente bucólico. Una ruptura es el tema central de este álbum, y, en consecuencia, trata sobre todas las emociones desordenadas que se producen durante el duelo, para lo cual la voz saturada de ansiedad de la vocalista Dana Margolin parece, a priori, el vehículo adecuado.
«Todas las canciones comenzaron como poemas» asegura Margolin, para acentuar el enfoque preponderante de las letras en este nuevo disco. Con todo, el álbum es intencionadamente equilibrado, ya que evita revolcarse en la angustia para acentuar algunos impulsos más esperanzadores, y, de esta forma, abarca un abanico de registros vocales en función de la intensidad emocional- de sarcástica a desesperada- unas veces más cercanos a la PJ Harvey más mesurada (A Hole in the Ground), otros más próximos a la vulnerabilidad de Sinéad O’Connor (Anybody) que se torna en confusión cuando, in crescendo, va camino del caos.
Después de todo es una singularidad que la propia Margolin reconoce: «siempre dices que soy demasiado intensa», canta en God of Everything Else, otra de las destacadas, junto a Lavender, Rapsberries. Y es que, aun con momentos de desaleración, la exaltación es una constante, así como la repetición como una forma de expresión, convirtiendo todos sus pensamientos intrusivos en auténticos mantras. Con la frase «Estoy harta de la tristeza, estoy enamorada de mi vida otra vez», acompañada de risitas contenidas y gorjeos vocales, Sick of the Blues sirve como el alivio final tras el tortuoso recorrido de un disco notable, desde luego mejor escuchado desde la distancia con empatía que si te sumerges en su melancolía y visceralidad.
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