Paul Weller parece estar, probablemente como todos, en una situación de incertidumbre y desconcierto en la que es normal sentir sentimientos contradictorios. Cuando es bastante probable que el Modfather está a punto de lograr su sexto nº1 en su país con su decimosexto álbum de estudio en solitario, y en unos momentos en los que asegura estar más inspirado tras su terapia para dejar el alcohol, manifiesta ahora estar más desilusionado de la industria y no ha descartado, incluso, que éste sea su último trabajo.
Lo cierto es que la intensa e infatigable carrera en solitario de Paul Weller debería generarle pocos motivos de derrotismo. Fat Pop, que fue creado durante el transcurso del bloqueo impuesto por el coronavirus, es su 16º lanzamiento en solitario desde 1992, su quinto álbum de estudio en seis años y menos de un año después de On Sunset (2020), que encabezó las listas de éxitos en su tierra natal. Las grabaciones caseras de Weller se compartieron electrónicamente con los miembros de la banda, que agregaron partes hasta que finalmente se unieron el verano pasado para tocarlas, muchas de ellas en vivo en el estudio.
En este nuevo álbum Weller, un músico que siempre se ha movido como pez en el agua en todo tipo de estilos- su última oferta con The Style Council es ahora un clásico del acid house- parece más abierto al sonido funk y soul habitual de sus últimas entregas, con ganchos techno (Cosmic Fringes) o glam (Failed) o si bien mantiene intacta su identidad bañada de sonido retro (The Pleasure). En lo mejor, las canciones que todavía no conocíamos del álbum como la sedosa Testify, que cuenta con la voz de acompañamiento del reputado Andy Fairweather Low de los Amen Corner, Cobweb/Connections– más Bowie que nunca- o el cierre con la balada Still glides the strem y sus imponentes arreglos de cuerda. En su madurez Weller mantiene con Fat Pop ese difícil e infrecuente equilibrio de carrera coherente, prolífica, con pocos altibajos y, no hay que dejar de mencionarlo, con una más que relevante aceptación.
