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[Reseña] Neil Young & Crazy Horse- BARN

Neil Young cumplió recientemente 76 años. Ha lanzado más de 40 álbumes de estudio desde su debut homónimo en solitario en 1969 y todo, absolutamente todo lo que hace, siempre tiene relación con su música; cuando no tiene en mente componer nuevas canciones, consigue rescatar de su baúl, como un mago de su chistera, algún disco inédito, como Hitchhiker, grabado en 1976 y lanzado en 2017 o Homegrown, grabado en 1974 y lanzado el pasado 2020. No siempre la encomiable habilidad de ser un músico prolífico- muchas veces sus propias canciones quedan archivadas durante años- implica un resultado productivo, y es cierto que los últimos trabajos de Young desde hace prácticamente una década- concretamente desde Psychedelic Pill de 2012, no por casualidad su último álbum top 10 en EEUU- no están ni mucho menos entre lo mejor que el genio canadiense ha creado, si exceptuamos, tal vez, el más reciente Colorado de 2019. Los más exigentes no podrán negar, al menos, que, como mínimo, en BARN hay un menor número de canciones mediocres– al menos no una retahíla de aburridas cantinelas de protesta ecológica – de lo que encontrábamos en tiempos recientes.

BARN, el 41º álbum de Neil Young / Crazy Horse – y nada menos que su séptimo proyecto desde que comenzó el bloqueo en marzo de 2020- se pergeñó durante este verano en un granero restaurado del siglo XIX, recuperando la espontaneidad de las grabaciones de sus primeros trabajos y el sonido crudo idiosincrásico de la formación. La última canción apareció la última mañana y fue grabada solo una hora después durante una tormenta de granizo y durante la luna llena. El álbum se completó en apenas diez días y, según el propio Neil Young, le recordó cuando grabó su gran clásico Tonight’s The Night (1975), uno de los primeros trabajos en los que ya contaba con Nils Lofgren.

Acompañado del baterista Ralph Molina, el bajista Billy Talbot y el regreso del citado multiinstrumentista Nils Lofgren- tras la jubilación del veterano «Poncho» Sampedro- Young ha sabido aprovechar al máximo la reclusión de diez días con sus camaradas. Como suele ser habitual en la mayor parte de su mejor discografía, el nativo de Toronto sobresale cuando abandona los medios tiempos – con alguna excepción como Heading West, que parece desempolvada de alguno de sus archivos- y se abstrae en los extremos, es decir, en las canciones más reposadas y a las más rabiosas, donde, con Crazy Horse, juega más con la instrumentación. Es el caso del tour de force en el número extenso Welcome Back, de ocho minutos y medio, un tema de combustión lenta, y en Human Race, que te anima a subir el volumen y cuyas guitarras podrían incendiar sus próximos directos. «Te voy a cantar una vieja canción ahora mismo / Una que has escuchado antes», nos dice Young en Welcome Back. Parece que ya nos advierte que no esperemos nada nuevo, y que nos dejemos arrastrar sobre terrenos ya pisados, aunque sepamos que probablemente no tendrán el mismo hechizo que aquellas, sus viejas canciones.

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