Reseña – Mitad del mundo (Teatro Echegaray, Málaga, 06/03/19)
El montaje, dirigido por Fran Perea sobre un texto de Pablo Díaz Morilla, se podrá ver en el Teatro Echegaray hasta el próximo sábado 9 de marzo
Fue en 1987 cuando el régimen de Pinochet amenazó con expulsar del país a 77 actores a través de cartas salpicadas con sangre: tenían que cesar de inmediato su actividad artística. Tras algunas tenues muestras de apoyo recibidas de distintas partes del mundo en forma de misivas y vídeos gracias a los requerimientos del sindicato Sidarte, sería Christopher Reeve quien se trasladaría una semana a Santiago de Chile para intentar mediar en el conflicto. Según las crónicas, el encuentro entre el reconocido actor y el general chileno nunca llegó a producirse, pero poco después de la visita de Reeve los artistas apercibidos obtuvieron finalmente la carta de libertad. El texto del dramaturgo y profesor malagueño Pablo Díaz Morilla, Mitad del mundo, imagina y recrea una entrevista de ambos en donde se pone de manifiesto una vez más, en palabras del propio autor, la fascinación que despiertan en los líderes totalitarios el mundo de la farándula. Se trata de la cuarta producción de la tercera temporada de la incubadora municipal Factoría Echegaray y la segunda que firma Morilla junto a Fran Perea, encargado de armar y dirigir el montaje como ya ocurriera con Souvenir en 2017.
El escritor Francisco Casavella parecía definir en uno de sus precisos artículos, sin saberlo (o tal vez sí, capaz era), las diversas virtudes de esta Mitad del mundo cuando se refería a la sabiduría, el grado más alto del conocimiento, como «la reunión de un magnífico sentido del humor, siempre bajo la atenta vigilancia de una lucidez nada presuntuosa, pero capaz de asomar formidable en una situación, en una frase, en un giro de diálogo o en un párrafo». Ahí estamos. El plantel protagonista, encabezado por unos excepcionales Javier Márquez (auténtico Superman) y Miguel Guardiola (dictador sin piedad), incluye igualmente con acierto a la cantautora Ana Loig, flamenca y hiphopera —según su cuenta de Twitter— que otorga agradecidas treguas al combate verbal de Pinochet y Reeve introduciendo interjecciones y rescatando piezas significativas de Bach, Víctor Jara o Bob Dylan. El resultado es un artefacto metateatral que, con cierta querencia didáctica, conjuga en su desarrollo constantes soluciones escénicas y fructífera dialéctica sin perder de vista el humor, rasgo que con frecuencia —lo habrán oído y comprobado en alguna ocasión— denota inteligencia. Y de eso aquí hay una pila.
La nueva creación de Morilla cuenta ya con el premio del Certamen Jesús Campos para Textos Teatrales, que celebró su sexta edición el pasado 3 de noviembre en Madrid, por su «original tratamiento de un acontecimiento histórico poco conocido, que enfrenta a dos figuras de gran valor icónico, con un lenguaje que sitúa a la palabra en sí en el centro de la acción dramática». Podrán verla, antes de que eche a volar, hasta el próximo sábado 9 de marzo en el Teatro Echegaray.