[Reseña] Lost Horizons- In Quiet Moments
Para In Quiet Moments, su segundo álbum bajo el nombre de Lost Horizons, el bajista de Cocteau Twins Simon Raymonde y el baterista de Jesus & Mary Chain Richard Thomas compusieron 16 canciones instrumentales y las enviaron a antiguos colaboradores y nuevos amigos para que les pusieran letra y voz. El disco constituyó una labor a veces ardua- ellos mismos lo han asimilado a una especie de envío selectivo de curriculums- en la que también hubo evasivas y probablemente alguna negativo, aunque nosotros sólo conocemos el producto final.
Después de ocho primeros títulos para la primera parte de este minucioso trabajo, lanzados en 2020, en 2021 Lost Horizons lo retomaron donde lo dejaron, sacando el mayor partido posible de las circunstancias de la pandemia. El triste catalizador de esta continuación o segunda temporada fue la muerte de la madre de Raymonde, un hecho que sirvió de inspiración para que surgiese la improvisación y la base sobre la que se cimentó todo el disco, con el lema central del óbito y el renacimiento, pero más centrado en el aspecto esperanzador del segundo.
Aunque Raymonde había dejado prácticamente su labor como músico y compositor durante más de 20 años- para dedicarse plenamente a la gestión del sello Bella Union- In quiet moments se beneficia de la suma de sus muchos años de experiencia artística y de una ecléctica red de colaboradores a la hora de aglutinar en una sola obra una amalgama de estilos: post-rock, dreampop, jazz, folk, soul y electrónica y en la que se alternan las voces más melancólicas del pop reciente –Marissa Nadler, Tim Smith de Midlake o Karen Peris de the innocence mission– con otras menos conocidas como KookieLou o Kavi Kwai en las piezas que más evocan a los añorados Cocteau Twins o a su proyecto más reciente Snowbird con Stephanie Dosen, nuevos valores como la revelación de Brighton Porridge Radio o incluso veteranos del soul recuperados al más puro estilo Daptone como el octogenario Ural Thomas. Si es difícil destacar alguna de las canciones en concreto, todas tienen en común el duelo como nexo, la complejidad y la perfección de la producción etérea y, en general, una experiencia auditiva que conjuga elementos a priori contradictorios, y a la vez ahora necesarios, como son la instrospección y la evasión.