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[Reseña] Fontaines D.C. – Romance

«Lo leí en algún libro / o en un viejo paquete de cigarrillos / Conceptos básicos / Supongo que entiendo la esencia / no hay mucho que perder / eliges o existes» (Desire). Gran parte de los artistas en algún momento, al menos en su gran mayoría, ha dado un giro a su sonido, bien de una forma progresiva o abruptamente, la ruptura del equilibrio entre lo que fue su debut y lo que realmente quiere llegar a ser. En ese camino de madurez la opción por las que muchos se decantaban era por una brecha parcial con el pasado, como hicieron Depeche Mode con Violator (1990) o U2 con Atchung Baby (1992) y otros simplemente lo que buscaban era lo que otrora se conocía como el “disco americano”, como Here’s to Future Days de Thompson Twins (1985) o Crash de Human League (1986), que aportaba una producción más conservadora con el legítimo propósito de captar un público mayoritario. En cualquiera de los dos casos el riesgo estaba asegurado y el terreno siempre era resbaladizo. Fontaines DC actualmente se encuentran en esa etapa del citado viaje discográfico de plenitud y madurez, tras el válido debut de Dogrel, confirmado por A Hero’s Deathy y el sonido polifacético de Skinty Fia.

“Durante 24 años nadie supo quién era yo, ahora quiero probar esta otra vida al menos por un tiempo” dijo en alguna entrevista Grian Chatten. La elección del prestigioso productor James Ellis Ford y el cambio del sello Partisan a XL Recordings parece intuir que Romance surge de una conjunción de esas dos tendencias que comentaba al principio. Con todo, el cuarto disco del quinteto de Dublín presenta, con diferencia, mucha más capacidad de experimentación que en sus trabajos anteriores, pero con esa huella impresa de nostalgia de la que es difícil desprenderse. Más allá de la portada kitsch, que a priori puede despistar, el álbum gana en épica, mezcla hip hop, darkwave, shoegaze, sintetizadores, britpop, noise rock, voces melódicas y suaves sobre sonidos dilatados y amplios, en favor de un lenguaje más pop y universal, más directo si prefieres.

La voz de Grian Chatten ha ganado en veracidad, expresividad y versatilidad- su disco en solitario seguramente ha tenido mucho que ver- y con todo la banda no duda en ceder la voz de Conor Curley en su canción Sundowner – como hacían R.E.M. habitualmente, sobre todo en su genial Out of Time – sin restarle un ápice de calidad. Las cuerdas son protagonistas, en algunos casos ocupan gran parte de la pieza, con una psicodelia melancólica in crescendo – Horseness is the whatness, Motorcycle Boy– que recuerda a la genialidad de los Smashing Pumpkins de Mellon Collie , con el cinematográfico In the Modern World como auténtico estandarte. Pero si dudas y lo que necesitas son canciones pop redondas y devolver las guitarras a la posición principal, está el single Favourite, Death KinkBug, donde Chatten dice sentirse “desechado como un ramo en una boda”. La huella de James Ellis Ford está, sin duda, presente, con reminiscencias de gorillaz, Arctic Monkeys o Depeche Mode, a quienes produjo el último disco. Más allá de disquisiciones sobre si es su mejor disco, Fontaines D.C. mudan de piel cuando y como quieren y, con Romance, se confirman como una de las bandas más prometedoras e innovadoras de la escena del rock contemporáneo.

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