[Reseña] Father John Misty – I love you, honeybear
Joshua Tillman lleva componiendo música desde que tenía 21 años. A los 25, y tras un pequeño empujón por parte de Damien Jurado, editaba su primer trabajo, Minor works (2006). Después entraría a formar parte de Fleet Foxes como batería, algo que terminaría por aburrirle. Tras el final de la gira de Helplessness blues (2011), Tillman abandonaba el grupo para pocos meses después entregar Fear fun (Sub Pop, 2012). El gesto grave y serio que siempre le había acompañado se relajó. Terminó sonriendo y aceptando una nueva vida que trajo consigo unas canciones con menos maquillaje y mayor despreocupación, algo que el público supo apreciar. Fear fun se convertiría en el primer disco de Father John Misty.
«Rímel, sangre, cenizas y semen sobre las sábanas Rorschach donde hacemos el amor«. Así comienza I love you, honeybear (Sub Pop, 2015), segundo álbum del renacido Tillman y producido por él mismo junto a Jonathan Wilson. Un trabajo conceptual traducido en un atractivo paseo por distintas fotografías de su vida: algunas viejas, otras hechas antes de ayer, varias con filtro Instagram, dos o tres en hermoso blanco y negro. Todas ellas con su novia, Emma Garr, como esplendoroso punto de fuga. Una envidiable relación -al menos desde nuestras cómodas localidades- que Tillman retrata de forma convincente, graciosa y sin escatimar en detalles («quiero tomarte en la cocina, levantarte tu vestido de bodas en el que alguna fue probablemente asesinada«). Entre toda esta novela rosa, de intriga y pasión (más: «nunca intentaré cambiarte, y si lo hiciera, ¿cuál sería la parte que más echaría de menos?«) se cuelan algunos episodios de desencantos varios (Bored in the USA) o ese sobresaliente resumen, escrito el día de su boda, de nuestra sensacional vida occidental que es Holy shit: es tan buena, tan emocionante, que tras escucharla un par de veces lo mejor es salir a dar una vuelta y tomar algo.
A la parte literaria del álbum no le importaría pasear sola, sin acordes ni voces de acompañamiento. Con la música de I love you, honeybear ocurre lo mismo: se pueden mandar al carajo los textos y beberse alegremente todo lo demás. Canciones deliciosas -siento el adjetivo, son así- donde los diferentes arreglos otorgan placeres secretos a cada corte. Hay algo de Phil Spector y su muro de sonido en el tema titular, también sexo, drogas y rock´n´roll en The ideal husband y algo de electrónica en una True affection que llega a quebrar el hechizo del disco, su unicidad, pese a estar situada al comienzo del mismo. Obviando esto último, I love you, honeybear se nos presenta como un intachable conjunto de canciones de la que George Harrison hubiera estado orgulloso. También Neil Young, Bob Dylan, Will Oldham y tantos otros ídolos a los que tuvo que matar para intentar convertirse él en uno. Así que ahí lo tenemos, recorriendo de forma inmejorable su largo y sinuoso camino de baldosas amarillas, aunque él de inteligencia, corazón y valor parece ir sobrado.
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