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[Reseña] Elvis Costello – The Boy Named If

A los casi 70 años Elvis Costello le queda mucha tarea por delante. En sus próximos primeros conciertos en vivo no solamente tiene que presentar por primera vez las canciones de este su álbum The Boy Named If, sino también las de Hey Clockface, canciones que había grabado en París con otros músicos o en Helsinki, por su cuenta a principios de 2020. Realmente el largo período de encierro a Costello le ha salido fructífero.

Desde 2018, Declan MacManus había lanzado dos discos de larga duración: Look Now de 2018, después de una inédita larga pausa de cinco años, y el citado Hey Clockface de 2020, además de crear una edición «super deluxe» de su clásico Armed Forces de 1979. El nuevo álbum se grabó durante los dos años de encierro, de una forma poco habitual, al menos hasta apenas unos años: mandó sus bocetos por correo electrónico de forma individual a los miembros de su banda- al baterista Pete Thomas, luego al bajista, Davey Faragher y finalmente al teclista Steve Nieve- cada uno de los cuales ha tocado con Costello desde finales de la década de 1970 en The Attractions y, desde 2000, The Imposters, quienes fueron agregando sus propias ideas canción por canción.

Costello señala que el apodo «If» en el título es una abreviatura de «amigo imaginario», y una edición de lujo del disco viene con un libro de tapa dura de 88 páginas llamado The Boy Named If and Other Children’s Tales que presenta historias cortas inspiradas en cada uno de los 13 temas del álbum. Sus canciones tratan sobre el final de la infancia sin preocupaciones y la transición a menudo accidentada a la vida adulta, pero sin convertilo necesariamente en una declaración autobiográfica. Y, a pesar de tratarse la perspectiva de una persona mayor, si en anteriores trabajos encontrábamos a Costello haciendo incursiones en discos más cercanos a las de un artista en madurez como el pop inspirado en Tin Pan Alley, el piano jazz o el bluegrass- publicó The Juliet Letters con un cuarteto de cuerdas en pleno apogeo del grunge- ya desde Hey Clockface reanudaba su afán de experimentación y rebeldía, o, cuanto menos, de regreso a sus orígenes. Y efectivamente, su nuevo álbum está, por suerte, más cercano al celebrado Look Now de 2018. Como cuando le miraban por encima del hombro: demasiado pop para los punks.

En el ya 32º disco de estudio del músico londinense hallamos a un Costello más visceral junto a sus The Imposters– al fin y al cabo su formación clásica de Attractions con el bajista Bruce Thomas reemplazado por Davey Faragher- con sus familiares riff de guitarras –The Difference, Penelope Halfpenny– y sobre todo, de órgano, con el inefable Steve Nieve. Vuelven las melodías memorables y familiares, y, que no han surgido tras desempolvar algún descarte de su viejo repertorio, sino de este singular sistema de cooperación: «El aislamiento nos volvió un poco intrépidos (…) tal vez porque no nos veíamos”. Un disco, por tanto, más desinhibido, y al mismo tiempo nada uniforme, con especial acierto en las baladas- de las que sabemos que Costello es todo un maestro- como el cierre Mr.Crescent y algún medio tiempo como The man you love to hate o Trick out the Tree, con un ritmo similar al God´s comic de Spike o My Most Beautiful Mistake que cuenta con la voz invitada de Nicole Atkins. Costello continúa así, con The Boy Named If, presentándose sin estridencias, vehemente fiel a su propio estilo y sin rubor ni miedo a parecer anquilosado, aferrado con otros indóciles a la antorcha del rock, cuya llama parece cada vez más frágil.

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