[Reseña] EL VY – Return to the Moon
La alargada sombra de The National.
Como bien señala Andrew Gaerig en su reseña para Pitchfork, es relativamente fácil decir que Return to the Moon, el debut discográfico de EL VY, no es un álbum de The National, pero no es tan fácil definir qué es lo que es exactamente. Para ello hay que partir de una base evidente: EL VY se parece a The National. Digamos que si el proyecto ha unido a Matt Berninger y a Brent Knopf en un 50% – 50%, hay al menos una mitad que es idéntica al sonido de la banda de Cincinnati, ya que Berninger apenas prueba registros vocales diferentes, y el amoldado de su forma de cantar recuerda inmediatamente a la morfología melódica de The National. Por lo tanto, deberíamos buscar la parte variante en la aportación del multiinstrumentalista Brent Knopf, antiguo miembro de The Ramona Falls y cofundador de Menomena. El músico de Portland ha participado activamente en la producción, y se podría decir que ha hecho él solo el trabajo de los dos hermanos Dessner: darle contexto musical al barítono.
El reto, por lo que parece, consistía en apartar a Berninger de sus registros vocales habituales, y en ese sentido el álbum ha fracasado. No significa que el disco no merezca la pena; en mi opinión, todo lo contrario; pero es verdad que todo funciona mejor cuando la ambientación instrumental reproduce el círculo de confort del Berninger de The National. Luego hay piezas, de las distintas, que tienen calidad de sobra y hasta resultan pegadizas; y otras, hay que reconocerlo, en las que se notan dos niveles separados, aunque sean las menos. La manera en la que casan las voces con la base instrumental, por tanto, parece la clave del análisis de Return to the Moon. Unas bases, todo hay que decirlo, que en conjunto resultan lo suficientemente heterogéneas como para que nos cueste un mundo rescatar o resumir sus características y elementos principales; para que podamos, en definitiva, etiquetarlas como es debido. Al final, como era de esperar, el pegamento del disco es la voz de Berninger.
En el grupo de canciones-que-se-parecen-a-The-National incluimos la homónima Return to the Moon, pese a ese aire más ligero y la guitarrita – recurrente durante todo el disco – a lo The Strokes, con estrofas y estribillos de absoluto tobogán para el cantante, y un final que nos deja con la miel en los labios. Paul is Alive, por su cocción a fuego lento y el estilo dramático tan lleno de dignidad y elegancia; aunque el trasfondo sedoso se queda un poco corto. It’s a Game, seguramente el corte más completo y redondo del disco: pura miel entre arpegios acústicos, gotas líquidas de eléctrica cayendo al fondo y una batería a la que da gusto seguir; y Sleeping Light, que dibuja la misma imagen nocturna que The National, utilizando también su misma paleta cromática. Estas son las que potencialmente podían llegar a más gente, las más reconocibles y localizables dentro de unas coordenadas más o menos controladas, pero de ninguna podemos gritar a los cuatro vientos que es un temazo.
En la otra banda tenemos I’m the Man to Be, quizá el tema que más nos hizo pensar que Return to the Moon iba a sacar el lado más macarra, desmelenado y desafiante de Berninger cuando lo presentaron; y la pareja Sad Case – Happiness Missouri, claras evidencias de que la voz del cantante es demasiado cándida y tierna como para interpretar ese papel. Por lo demás, temas sueltos y desubicados que aumentan la sensación general de tibieza del álbum, entre los que destacan No Time to Crank the Sun y Careless porque, al fin y al cabo, Berninger está cerca de ser un compositor de cámara, y en estas dos parece que se explaya a gusto. En resumen podríamos hablar de decepción, pero como siempre en estos casos, hay que tener cuidado con las expectativas generadas por quiénes son Brent Knopf y (sobre todo) Matt Berninger. Es verdad que en opinión de esta casa podrían haberlo hecho mejor, pero seguramente es una creencia basada en lo que mucho que nos gusta The National, y en lo alargada que ha resultado ser su sombre sobre Return to the Moon.