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[Reseña] D.A.R.K. – Science Agrees

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D.A.R.K. es el resultado de la unión de Dolores O’Riordan (The Cranberries), Andy Rourke (The Smiths) y Olé Korestsky: dos músicos famosos por el pasado e irrebatible éxito de sus bandas originales, y un tercero que aporta la producción electrónica propia del presente. Paradójicamente, todos asistimos escépticos a sus primeros movimientos como banda a medida que iban publicando sus notables adelantos, uno tras otro, contemplando como la mala suerte ha retrasado hasta en dos ocasiones tanto el lanzamiento de su álbum de debut, Science Agrees, como su primera gira de presentación. Algo nos olía mal: a unión estrafalaria, a anacronismo musical e incluso, por qué no decirlo, a oportunismo. Sin embargo, contra todo ese mal pronóstico, la peculiar formación ha sacado al mercado un disco medianamente interesante que trata de establecer un puente entre el dreampop oscuro de los primeros noventa y las hechuras de producción electrónica actuales; y lo han conseguido, con éxito desigual e irregular a lo largo de las 10 canciones y 43 minutos, pero lo han conseguido a su manera.

Desigual e irregular porque hay, al menos, cuatro canciones disonantes con lo que es la médula espinal del sonido de D.A.R.K., que no es otra que una suerte de actualización revisionista del sonido de The Cranberries, con su magia y con sus miedos. Que está muy bien, ¿eh? Y el refuerzo de bajo le queda de maravilla… pero esos cuatro temas, que parecen metidos con calzador para justificar la presencia de Korestski, son el principal problema que tiene el álbum, entendido como un todo. Hablamos de temas donde la estructura y producción electrónica, los sintetizadores y el ritmo enlatado mandan sobre los demás elementos de sonido presentes. Hablamos de Miles Away un tema con claros ademanes tipo Hot Chip o Cut Copy; de The Moon, una coctelera que no funciona del todo mal; de la sugerente Underwater–no se imaginen a Dolores bailando como Aluna Francis o M.I.A., por favor–, ligero coqueteo con el synth-R&B; y, sobre todo, de Gunfight, un auténtico despropósito que recuerda demasiado fácilmente al soniquete banal de Gangnam Style. Pero bueno, hasta aquí lo malo; ahora vamos con lo bueno.

Por suerte, los otros seis temas merecen la pena de verdad. Son composiciones emotivas, con cierto aroma a gótico y a romanticismo, a jirones en la oscuridad, a impotencia ante el despiadado acecho del futuro. Un calco, y también obviamente en la textura superficial de la voz, a lo que fueron The Cranberries, pero con un punto de carácter extra proveniente del potente subrayado de bajo. El disco se abre con el tema que, en su día, fue primer single: Curvy, un trepidante slalom de guitarra que conecta con el sonido crudo de los últimos ’80, con Madchester y con New Order, y que se presenta, seguramente, como el punto del disco donde más perceptible resulta la presencia de un miembro de The Smiths. Chynamite, por el contrario, ni siquiera parece beber del agua filtrada de The Cranberries, sino que va directamente a la raíz del dream pop y del pop alternativo: a Stereolab y al universo paralelo – con respecto a la banda de O’Riordan – de Broadcast, con esa dulzura semi-acústica y onírica tan propia de la banda de la tristemente desaparecida Trish Keenan.

El tramo central, pasado el mal trago de Gunfight, probablemente es el más estimulante del álbum. La melodía fluye con soltura, intensidad y carisma en Steal You Away: una pieza brillante, capaz de oler a viejo y a nuevo a la vez, que marca el tipo de sonido por el que merecería la pena apostar por D.A.R.K.: elegante y con ingredientes naturales y originales macerados con estilo. High Fashion, en cambio, justo a continuación, ofrece el mejor ejemplo de cohabitación entre guitarreo abierto y acabados electrónicos, aunque estructuralmente se imponga con claridad la vertiente pop-rockera. Y Watch Out, cerrando la terna central, pone por fin en valor a Korestsy –en su aportación vocal–, en el mejor dúo lírico de todo el álbum. Para el cierre queda la canción que sirvió de segundo adelanto, Loosen The Noose, una delicada pieza de aire afrancesado que despide el álbum con la cadencia adecuada. Con otro buen guión dramático a dúo en el apartado vocal. Usando calculadora y muy poco ingenio podríamos decir que el disco gana 6 a 4 y estaríamos siendo, en realidad, bastante justos. Pero siendo positivos, poniendo el foco en lo bueno que tiene Science Agrees, habría que quitarse el sombrero ante un intento bastante notable de actualizar una época pasada. Porque volver a encontrar un lenguaje musical veinte años después de tu época de oro tiene mucho mérito.

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