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[Reseña] CHVRCHES – Love Is Dead

El amor moderno o la épica del yo

Por más que lo intentemos, por más que reneguemos de él en determinados momentos, nadie podrá nunca matar al amor, como sí hemos matado a Dios (al menos en ciertos espacios de Occidente) en señal de madurez y salud intelectual. El amor se crea pero no se destruye; se transforma y sobrevive. Siempre buscará un resquicio para brotar y un huésped del que alimentarse ya que, como el capitalismo, su principio de existencia se basa en el deseo inagotable del ser humano de poseer, consumir y perpetuarse.

Lauren Mayberry no nació ayer y sabe que esto es así. Por eso, con su nuevo disco no parece abogar tanto por la eliminación del amor en sentido general, sino de aquellas versiones del amor que restan y no suman, que incluyen roles desiguales de género, que anulan o que te hacen perder el norte. Amores de escaparate. Sin ser un manifiesto del nuevo amor –ni, por supuesto, del anti-amor–, algo hay del típico lema “el amor ha muerto, larga vida al amor”: un canto a la esperanza de que es posible vivir un sentimiento que objetivamente no parezca enfermedad.

Como también ocurre en el desarrollo instrumental, no hay gran complejidad en la esfera lírica: ambas son directas, representando respectivamente estados de ánimo explícitos y experiencias vitales formativas para la autora, expresadas en dibujos sin excesiva elaboración. En el conjunto, eso sí, hay una interesante y recurrente relación estética entre el entusiasmo del amor juvenil y el dulce dolor del crecimiento (personal, individual), que muchas veces conlleva separar caminos. Graffiti, Get Out y Forever son los mejores ejemplos: piezas revestidas de una especie de papel de plata efusivo hecho a base de sintes y baterías centelleantes, con estribillos luminosos y súper pegadizos, potentes, vibrantes y con acento épico ochentero. Un planteamiento musical utilizado también en ‘Graves’, anticipando incluso los terrenos dance-pop de Heaven/Hell o Wonderland, aunque alejándose de la temática del amor para hacer un llamamiento a la conciencia social –“You can look away / While they’re dancin’ on our graves”–.

Pero si hablamos de épica hay mejores ejemplos: Deliverance la plantea desde el pop total y desde la liberación de un amor excesivamente entregado, Never Say Die desde la imposibilidad más clara de renegar de él, y Miracle desde la reflexión y la lectura más profunda e interesante del amor actual –We’re lookin’ for angels in the darkest of skies–. Resultando, especialmente estas dos últimas, tremendamente verticales.

Luego hay una serie de cortes y momentos que se salen de lo que entendemos habitualmente por marca de la casa CHVRCHES. La maravillosa, delicada y agotada My Enemy, donde Matt Berninger (The National) le da ese tono apagado y vencido, y Mayberry el vivo que no se rinde; la existencialista y oscura God’s Plan –en la que canta Martin Doherty–, donde coquetean con el universo clubber desde la influencia de Depeche Mode; o las escalas melódicas made in Chromatics del teclado en la breve e instrumental ii, en Heaven/Hell y en Wonderland.

Pero más allá de una morfología en cierta medida previsible y suficiente, Love Is Dead destaca por plantear una reflexión de fondo sobre qué es el amor hoy en día, en la era del escaparatismo, en la sociedad de consumo. Como cualquier otro producto más que adquirimos con garantía, el amor ha de ser perfecto, de cuento de hadas, de princesas Disney. Somos clientes, consumidores; y, al fin y al cabo, si algo no nos gusta siempre lo podemos devolver. ¿No estaremos aspirando a demasiado, a algo idealizado, ignorando la condición imperfecta del ser humano? ¿No nos estaremos volviendo excesivamente caprichosos con nuestras expectativas sentimentales, víctimas de la propaganda del mercado? Y, lo que es más peligroso: ¿no nos estaremos aislando demasiado de la realidad comunitaria al construir discursos épicos individualistas, auténticas epopeyas amorosas pop del yo?

Para los que creen que el capitalismo no puede con todo, que a salvo de sus garras siempre quedará aquello que es fundamental e intangible como el amor, he aquí un discurso sobre lo mucho que puede condicionar el consumo en quiénes somos y, por consiguiente, en cómo nos relacionamos entre nosotros. El amor no está muerto, solo se está transformando en la épica del yo.

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