[Reseña] Blonde Redhead – Sit Down For Dinner
La veterana formación Blonde Redhead, formada por Kazu Makino y los hermanos gemelos italianos Amedeo Pace (cantante/multiinstrumentista) y Simone Pace (baterista), ha lanzado un nuevo álbum, Sit Down For Dinner, su primer disco de estudio en ocho años. El último, Barragán, databa de 2014 y, mientras tanto, Makino (cantante y guitarrista, originaria de Kioto) había debutado como solista en 2019 con Adult Baby. Escrito y grabado durante cinco años en la ciudad de Nueva York, el norte del estado de Nueva York, Milán y la Toscana, el título del álbum Sit Down For Dinner es un guiño- y al mismo tiempo una metáfora- al ritual comunitario y a menudo sagrado de compartir una comida con aquellos a quienes amas. Un origen que viene de la desazón causada por el confinamiento de la pandemia: Makino pensaba en sus propios padres que estaban lejos en Japón y el entonces perdido ritual de reunirse para cenar con la familia y narró estos sentimientos en un par de canciones, Sit Down for Dinner Pt I y Sit Down for Dinner Pt II, que ayudaron a titular el décimo trabajo de la banda: “Todos teníamos planes antes de vernos desbordados».
Si los primeros discos de la banda se destacaron por sus influencias del noise rock, su sonido evolucionó a principios de la década de 2000 con los lanzamientos de los aclamados Misery is a Butterfly (2004) y 23 (2007), que incorporaron elementos de dream pop, shoegaze y otros géneros. En ese sentido Blonde Redhead se mantuvo como uno de los grupos de dream pop más apreciados por la crítica. De hecho Makino y los hermanos Pace continúan como auténticos maestros en el diseño de paisajes sonoros etéreos, pero al mismo tiempo como creadores de canciones pop aparentemente simples pero realmente memorables como Kiss Her Kiss her, If o Not for me, esta última con adornos de melotrón incluidos y la interpretación vocal de Amedeo.
A pesar de otorgar a los teclados su cometido de artífice del sonido dream pop envolvente e instrospectivo- también la voz de Makino es en sí misma un instrumento que contribuye a la identidad del trío- el álbum permite, enhebrando un sonido más próximo al shoegaze y a la psicodelia con digresiones más experimentales, un espacio sonoro abierto tanto a las guitarras acústicas, como en Snowman como a las más pesadas con reverberación, como en el single Melody Experiment, mientras que en otros momentos se empapa del calor tropicalista con el arreglo de la percusión del brasileño Mauro Refosco. Toda una aventura culinaria y un ritual que se convierte en un tapiz sonoro rico en detalles y sabores. Bon appétit.