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[Reseña] Bartees Strange – Farm to Fable

La versatilidad en la música puede ser un arma de doble filo. Y no hablamos como tal la fórmula comercial – casi matemática-que empleaban algunas compañías para acaparar el mayor número de grupos objetivos- o «targets»- cuando eran capaces de imponerse a los criterios de sus flamantes fichajes, sino la voluntaria y rebelde elección el propio artista que huye de las etiquetas y se lanza por derroteros muchas veces imprevistos y, en muchos casos, afortunados. Si hablamos de doble filo es porque tanta elasticidad finalmente suele desorientar y, normalmente, nos sentimos inquietos si no podemos encuadrar a alguien en un grupo o en una tribu. Y mucho más en un colosal panorama discográfico ya de por sí confuso y disperso.

Con Bartees Strange y su segundo disco de estudio, Farm to Fable, encontramos mucho de esta disyuntiva. Aunque el productor y compositor nacido en el Reino Unido y criado en Oklahoma presume de estar “en una especie de extraño espacio de rock alternativo”, realmente a estas alturas resulta una apreciación un poco exagerada. Es cierto que hace 30 años el rock alternativo huía de cualquier acercamiento a otras corrientes como el soul, el blues o, mucho menos, el rap, pero hoy en día esa leyenda está más que superada. De hecho, las referencias de Strange-  curiosamente ambos compañeros  de su nuevo sello, 4AD- están mucho más cercanos en el tiempo –The National en la percusión de Heavy heart o Bon Iver en Wretched o Black Gold – al indie rock más conservador  o, si quieres, el menos arriesgado, no por ello mejor ni peor, si bien hereda muchos matices de su pasado post punk, que lo emparienta, en lo mejor, con bandas como Bloc Party y, en algunos momentos, con los siempre infravalorados The Dears. Al final, audaz o no, lo que se echa de menos en un disco- al menos en uno que a priori genera tantas expectativas cuando lo ficha un sello importante- son canciones notables. Apenas la citada Black Gold o, sobre todo, Escape This Circus– en la que Bartees detalla cómo su buena fortuna no lo ciega ante las crueles desigualdades del mundo- destacan entre un conjunto discreto. Si Bartees se puso a su apellido Strange como una declaración de intenciones, aún le queda mucho camino para hacerle justicia.

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