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[Reseña] Arcade Fire- WE

Si una fórmula funciona, ¿para qué cambiar?  Arcade Fire ha adoptado la premisa- que también es un arma de doble filo a largo plazo- para pergeñar este su sexto álbum, WE, el primero en cinco años. Sin embargo, un elemento diferenciador- y digno de elogio tratándose de la formación canadiense- es que esta vez no han necesitado una campaña de publicidad agotadora como en sus dos últimos trabajos, un método que generalmente crea unas expectativas muy por encima de los resultados. Por el contrario, la banda ha reforzado su cuadrilla y ha contado con el productor de Radiohead Nigel Godrich, pero también se ha rodeado de otros nombres a la sombra que han dejado mayor o menor huella como Father John Misty, Geoff Barrow de Portishead y Peter Gabriel. Con estos mimbres resulta complicado equivocarse.

No hay que engañarse, no hay nada en WE que la banda no haya hecho antes, pero sí ha recuperado en este álbum más conciso- solo 10 canciones y 40 minutos de duración- la habilidad de componer himnos de art rock dirigidos especialmente a multitudes, una lección que ha aprendido de maestros como U2.  El título del álbum– que hace referencia al desmoronamiento de la civilización- viene exactamente de la novela rusa de 1924 de Yevgeny Zamyatin, que describía un mundo de armonía y conformidad dentro de un estado totalitario unido y que influyó en el surgimiento de la distopía como género literario. Y, desde luego, con los acontecimientos surgidos en los últimos tres años- por no hablar de la situación bélica reciente- Arcade Fire tenían material más que suficiente para concebir un nuevo melodrama distópico con la experiencia más que acreditada de Nigel Godrich para su acabado.

En ese sentido, bajo ese nexo común de desventura y euforia, encontramos distintas paletas de sonidos, desde la apertura con Age of Anxiety I, que evoca la grandiosidad de Funeral (“las pastillas no me hacen nada en la era de la ansiedad”),  seguida de la psicodelia de  End of the Empire I y II, herederas de otro maestros de la epopeya, Flaming Lips, el corte dad rock de Unconditional I (Lookout Kid) dirigido al hijo de 9 años de Butler y Chassagne, esta vez sí indisimuladamente compuesto al más puro estilo U2 para llegar astutamente al punto culminante con Unconditional II (Race and Religion), su canción más dance pop, con la interacción de Peter Gabriel. A pesar de la espectacularidad continuista, Arcade Fire ha optado esta vez por pisar tierra firme- Reflektor de 2013 era un álbum doble de 85 minutos, inspirado en Kierkegaard- pero, a diferencia de su antecesor, Everything now, ha diseñado un álbum equilibrado: épico pero no sofocante, pop pero también sofisticado y, por supuesto, lo suficientemente comercial para mantener el estatus de estrellas del indie pop.

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