[Reseña] Angel Olsen – All mirrors
All Mirrors no era el disco que Angel Olsen proyectaba en un principio. Inicialmente la compositora natural de St. Louis, Missouri planteó su nuevo disco como un lanzamiento doble, un conjunto de canciones desde dos puntos de vista: una versión prácticamente acústica en solitario y otra más elaborada con orquesta. Incluso ya había grabado la primera versión con el productor Michael Harris en Anacortes, Washington. Con el productor John Congleton, con quien colaboró en su segundo disco Burn Your Fire for No Witness (2014), el arreglista Jherek Bischoff, el multi-instrumentista/arreglista /preproductor Ben Babbitt -un viejo amigo de Chicago que ahora compone para películas en Los Ángeles- y una orquesta de 14 piezas, hizo una nueva versión.
Conforme rehacía el álbum con producción completa y nuevos colaboradores, involucrándose intensamente en el estudio con ellos, Olsen se dio cuenta de que el poderoso cambio de sonido adquiría una vida propia y singular, y profundizaba en el dramatismo de las canciones desnudas que había grabado previamente. Los arreglos de cuerdas y la profusión del sintetizador, acompañados de su particular vibrato, aportaban un matiz dantesco y fantasmal que la primera versión no tenía, y que, en su conjunto, parece un homenaje a los primeros discos de Scott Walker en solitario. Poco tiene que ver con el indie rock que Angel Olsen había practicado hasta ahora y, sin embargo, All Mirrors, con toda ausencia de guitarras y una perfecta y dispar amalgama de lo sinfónico y lo electrónico, mantiene la esencia de sus canciones. Es un sutil paso hacia adelante, sin llegar al salto al vacío, con final feliz.
“En todos los sentidos, desde su creación, hasta las palabras, hasta cómo me siento avanzando, este disco trata de ser dueño de tu lado más oscuro, encontrar la capacidad para un nuevo amor y confiar en el cambio incluso cuando te sientes como un extraño».Desconocemos, de momento, si será mejor la primera versión del disco, desprovista del fastuoso adorno, que a algunos puede abrumar. Al contrario que las buenas novelas, en este caso conviene saber el final, y comenzar su escucha con los últimos cortes, donde encontramos sus mejores canciones, desde la esperanzadora Chance– «todo ese espacio intermedio en el que nos encontramos podría ser nuestra oportunidad»– la jazzistica Endgame, pasando por la más electrónica Summer, la majestuosa Tonight, envuelta en infinitas capas de violonchelo y violín o Impasse, que recuerda por momentos al también orquestado Homogenic de Björk. All Mirrors nos muestra con qué facilidad puede Angel Olsen cambiar de registro, una versatilidad que demuestra que estamos ante una compositora de primer orden.