Primavera Club 2008
El año de la guerra abierta entre festivales se cierra con la tercera edición del Primavera Club en Barcelona. Esta vez, el hermano pequeño e invernal del Primavera Sound ha dado un paso de gigante, doblando su programación también en Madrid al más puro estilo Summercase. Las salas escogidas de la capital fueron Joy Eslava, Nasti y El Sol, mientras que en Barcelona pudimos volver a disfrutar del Auditori del Fòrum para los conciertos de tarde, y de las salas Apolo y La [2] para el resto de actuaciones. A continuación, un resumen de los momentos más destacables de lo acontecido durante el festival en la Ciudad Condal.
Miércoles, 10 de diciembre de 2008
El festival se inauguró el miércoles en Apolo con una mala noticia para los amantes del rock más experimental. Después de los conciertos de The Joe K-Plan y (lo:muêso), (estos últimos están empezando a reclamar la atención que merecen), 12Twelve hacían saltar la noticia: ése sería el último concierto en Barcelona. Habían decido separarse. Atrás quedan 10 años de trayectoria que encontraría su punto álgido con la publicación de L’Univers (Acuarela, 2006), que les había llevado al reconocimiento de crítica y público. Las razones de la separación no son públicas, pero lo que sí es seguro es que seguiremos disfrutando de estos cuatro grandes músicos en sus múltiples proyectos paralelos a la banda.
Jueves, 11 de diciembre de 2008
Aunque la música empezara a sonar la noche antes, para el gran público el jueves era el día indicado para inaugurar el festival. Eso se tradujo en una sala Apolo prácticamente llena para ver a The Wave Pictures, que traían uno de los mejores álbumes pop del año bajo el brazo, Instant Coffee Baby (Moshi Moshi, 2008), y a Darren Hayman y Jack Hayter tocando canciones de Hefner. A priori tendría que haber sido la noche estrella del festival pero no fue así. The Wave Pictures fallaron, y de qué manera. Salieron con su pinta de grupo de instituto y eso es lo que fueron, un grupo sin tablas a pesar de sus años como maqueteros. Les faltó punch y los eternos solos de guitarra de David Tattersall en prácticamente todos los temas ensuciaban las bonitas melodías pop de las que hacen gala. Incluso la grandiosa Just like a drummer sonó desangelada.
La noche parecía no tener arreglo hasta que Darren Hayman puso el pie en el escenario y derrochó lo que precisamente le falta a The Wave Pictures: carisma. Sólo con salir, Darren y Jack dejaron algo muy claro: lo que veríamos aquella noche no era Hefner, si no dos personas tocando sus canciones. Sea como sea, quedó fuera de duda que Hayman es uno de los mejores frontman pop, junto a Jarvis Cocker, que te puedes encontrar sobre un escenario. Se mostró cercano, hablador y, lo más importante, con un arsenal de viejos hits que no han perdido para nada su vigencia. Empezaron como dúo para estar casi todo el concierto con el apoyo de Franic Rozicky (bajo) y Jonny Helm (batería) de The Wave Pictures que, paradójicamente, sonaron de maravilla y nos hace cuestionar si el verdadero problema de aquella noche no fuera el tercero en discordia. En fin, para el recuerdo quedará una enormísima The hymn for the cigarettes con las dos bandas en el escenario.
Viernes, 12 de diciembre de 2008
Después de las noches de miércoles y jueves, era hora de ver, según mi parecer, la gran arma de este festival que son los conciertos en el Auditori del Fòrum. La jornada empezó con Manel, demostrando que van lanzados con su debut Els Millors Professors Europeus (Discmedi, 2008), congregando un gran número de público a pesar de la hora. No fue su mejor concierto y no acabaron de conectar como en otras ocasiones, aunque estuvieron correctos y cerraron con su aclamada versión del Common people de Pulp.
Después del grupo barcelonés llegó la hora de Wovenhand, banda que nos dejó a muchos con la boca abierta por no acabar de entender muy bien qué pintaban allí. Liderados por David Eugene Edwards —que parecía una especie de chamán pasado de ácido—, desplegaron un rock épico que provocó que muchos desfiláramos hacia la barra a la espera de la próxima actuación. Los que sí conectaron, y de qué manera, fueron The Dodos que, con una guitarra acústica, vibráfono y una batería sin bombo, ofrecieron la apuesta más original de la jornada. Los dos de San Francisco, tres para el directo, nos presentaron su notable disco The Visiter (Frenchkiss, 2008), muy por encima de la ola afro a la que últimamente se apuntan todas las nuevas bandas.
Después llegó la hora de la verdad, ya que tras verlo en solitorio había ganas de disfrutar del maestro Howe Gelb junto a sus Giant Sand. Con su pinta de haber dejado el camión aparcado en la puerta y un reiterado ”any question?“ entre canción y canción, dio una clase de country sureño. Parece que el de Tucson está empezando a tener el reconocimiento que merece. Por poner algún pero diremos que la acompañante en algunos temas, Rocío, no estuvo a la altura; se le vio nerviosa y perdida. Aún con eso fue un gran concierto. Para poner la guinda, una pareja que bien se merecen el sobrenombre de La Bella y La Bestia. Mark Lanegan e Isobell Campbell interpretaron canciones de sus dos discos juntos, Ballad of the Broken Seas (V2, 2006) y Sunday at Devil Dirt (V2, 2008). La ex-Belle and Sebastian y el ex-Screaming Trees demostraron que juntos son capaces de lo mejor y dieron un concierto especialmente bello, sumidos en la sombra de los focos que sólo alumbraban a la banda durante todo el concierto.
Sábado, 13 de diciembre de 2008
El sábado le volvió a tocar abrir el Auditori a un artista local. Esta vez el encargado fue el cantautor Espaldamaceta, que presento su disco Madera y Poca Luz (Bankrobber, 2008). El tarraconense se mostró locuaz y cercano con la única compañía de su guitarra y explicando anécdotas de su trabajo como profesor de primaria. Después llegarían lo que sería para mí las dos grandes decepciones del festival, porque ni High Places ni Abe Vigoda dieron lo que se esperaba de ellos. Los primeros aparecieron rodeados de sintetizadores y demás cacharrería dispuestos a convencer con un tropicalismo que ya empieza a cansar. Lejos de Animal Collective, se mostraron reiterativos y poco resolutivos. Lo de Abe Vigoda tuvo más delito porque, después de más de medio concierto con problemas técnicos, se demostró que su tropicalismo —esta vez punk-tropicalismo— no convence a nadie. Sean o no sean problemas de volumen, demostraron estar muy por debajo del nivel al que nos tiene acostumbrado el festival.
Después de tanta verbena de segunda le llegó la hora al pop de la mano de La Buena Vida, que venían a tocar íntegramente su mítico Soidemersol (Siesta, 1997). La puesta en escena fue de diez y el lugar era el idóneo para ser un gran momento, pero en el grupo donostiarra volvió a fallar lo de siempre: Irantzu Valencia. Y es que, por mucho que lo intente, no es capaz de llegar a hacer en directo lo que graban en disco. Siempre me he preguntado hasta dónde hubieran llegado si, en lugar de Irantzu, hubieran tenido la suerte de contar con una verdadera voz como la de Helena Miquel. Sea como fuere, diremos que volver a escuchar Buenas cosas mal dispuestas, Pacífico y Desde hoy en adelante bien valieron la pena.
A partir de aquí se nos presentaba un gran dilema: ver a Eli “Paperboy” Reed o ir a ver el partido clásico de nuestro fútbol, el Barça-Madrid. Muchos fueron los que desertaron hacia el bar más cercano para ver si era cierto eso de que los de Guardiola aplastarían a un Madrid visto para sentencia. Yo, por suerte, decidí quedarme a ver que nos ofrecía el amigo Paperboy, y la verdad es que fue uno de los conciertos del año. Y es que el gran Eli, cogió el mismísimo Delorean de Marty McFly para llevarnos a todos a los años 60 y, con un excelente banda y una mejor voz, nos hizo bailar como locos desde la primera canción, hasta acabar subidos en el escenario en un éxtasis generalizado, viendo con nuestros propios ojos a un soulman que se dejó la piel como no lo había hecho ninguno antes en todo la historia del festival. Boom-Boom, Eli, Boom-Boom. Memorable.
Fotos: Inma Varandela y Dani Canto