Esto de los conciertos a la hora del vermut es todo un acierto por parte de la gente del Heliogàbal. Uno se levanta prontito el domingo, se pega un almuerzo como Dios manda y de bolo se ha dicho. No hay nada como disfrutar de buena música en el mejor ambiente mientras te tomas un vermutito con sus patatas y olivas. Si además la banda que ameniza es Pony Bravo presentando su reciente Un gramo de fe (El Rancho, 2010) pues ya ni te cuento.
Los de Sevilla han sabido hacerse un hueco dentro del panorama indie y demostraron su eficacia en las distancias cortas. Ritmos y líneas de bajo que te golpean el pecho hasta volverse hipnóticas. Música en estado puro. Mística mezclada con la cultura popular para llegar a montar una fiesta que ya quisieran para sí los dj’s más reputados. Durante hora y media repasaron sus dos discos donde tienen con canciones tan brillantes como los hits instantáneos: Noche de setas y La voz del hacha, la coreada El Rayo, la jamaicana El guarda forestal, la aflamencada Ninja de fuego –con la colaboración de Edu de Za!– o la que nos llevo al éxtasis fiestero más absoluto La rave de Dios. Toda una experiencia sonora a una hora inusual que acabó con vítores para el cuarteto que cerraba así un fin de semana completito de presentaciones en la ciudad condal -4 conciertos en un fin de semana- dejando más que claro que la afición catalana ya los tiene entre sus favoritos. Y es que después de lo visto la única pregunta que quedaba por hacerse era: ¿dónde vamos a comer?
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