Paul Weller es un mito por derecho propio en su país. Cualquier nueva empresa que acomete genera una inusitada expectación. Dejando de un lado su paso en The Jam y Style Council, seguramente la parte más interesante de su trayectoria, desde 1991, sólo con su aventura en solitario, ha colado 22 singles en el top 20 de la lista británica. Aquel formidable ecléctico disco doble que nos presentaba hace siete años, 22 dreams, fue una obra cumbre en su carrera, probablemente irrepetible, una especie de reafirmación en el año que cumplía sus 50. Sin embargo, lejos de pisar el freno después de aquel disco, el Modfather no se ha dormido en los laureles y éste, Saturns Pattern, es ya su tercer álbum en apenas cinco años. Un disco en el que mantiene la misma premisa: continuar experimentando y escudriñando todo tipo de géneros, procurando despistar a todos esos ingenuos que queramos clasificarle.
Así, en Saturns Pattern, disco con el que además debuta en el sello Parlophone, dominan la combinación de rock con efectos atmosféricos electrónicos de psicodelia, sobre todo con la apertura de blues rock al estilo Black Keys/Jim White en White Sky o el punk rock al modo Iggy Pop de Such a long time. Weller no es La Iguana, pero sin embargo sabe camuflarse como un camaléon en cualquier estilo que arriesgue. Con todo, siempre parece moverse con más comodidad en los derroteros del soul, como en el suave ritmo motown de Going my way y en el funky a lo Bill Withers de Pick it up.
Finalmente, en la extensa y setentera folk-rock These city streets que cierra el disco, acompañado de la voz de Liam Magill de Syd Arthur, termina de una forma premeditada: “todavía tengo mucho camino que recorrer”. Puede que Paul Weller no necesite demostrar nada, pero tampoco le vamos a encontrar viviendo de las rentas. En eso, seguramente todos salimos ganando.
