Hace ahora un año que se editó Merriweather Post Pavilion (Domino, 2009), uno de los trabajos más polémicos de los últimos tiempos. Adorado y repudiado a partes iguales, el álbum resultó ser un más que notable resumen de los constantes –y no siempre brillantes, claro está- experimentos sonoros de Animal Collective. Antes, en 2007, Noah Lennox –conocido también como Panda Bear– publicaba su tercer trabajo en solitario; Person pitch (Paw Tracks, 2007) se presentaba como una alternativa algo más accesible pero con las mismas directrices de su grupo de toda la vida.
Aquí, Lennox construye piezas basadas en samplers –desde Cat Stevens a Scott Walker, pasando por Kraftwerk o The Tornados-, loops y la electrónica más lisérgica que, apoyadas en estructuras deudoras del pop, se dan la mano en un colorista collage que llega a resultar tremendamente adictivo. De placentera escucha –aunque en un primer contacto pueda incluso llegar a irritar-, Person pitch se destapa como un tarro de múltiples esencias que puede hacernos pensar fácilmente en unos Beach Boys del siglo XXI –no por ser una referencia quemadísima y evidente, especialmente en el tratamiento de las voces, vamos a dejar de citarla-. Centrándonos en las canciones, es obligado resaltar Bros, uno de los dos temas que sobrepasan los doce minutos de duración y que se revela, ya no sólo como una impecable síntesis del álbum, sino también de una corriente musical que durante estos últimos años ha tenido una interesante representación en grupos como Grizzly Bear, Atlas Sound o, ya en nuestro país, El Guincho.
Mientras que para muchos la obra de Noah Lennox queda definida como un loop repetido ad infinitum, otros, entre los que nos encontramos, creemos que Person pitch perdurará gracias a su riqueza en matices, arreglos y melodías, consiguiendo soldar con admirable pericia una multitud de estilos e influencias que, al menos en principio, poco o nada tienen en común.
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