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Odio París – Odio París

odio-paris-lpPasar el verano con el brazo escayolado es realmente una tortura. Ir a los conciertos con el brazo en cabestrillo, ver cómo los demás saltan desde trampolines o simplemente nadan en el mar, es de esas cosas que a uno le agrian un poco más el carácter. Por suerte, no hay mal que por bien no venga y este semiretiro me ha proporcionado el tiempo que me faltaba para disfrutar de algunas cosas que tenía pendientes. Una de esas tareas que tenía marcada en rojo en la libreta era sumergirme en el debut de los barceloneses Odio París, con el homónimo Odio París (El Genio Equivocado, 2011).

Reconozco que mi interés por escucharlos surgió cuando leí en algún sitio que su maqueta era puro noise pop planetero. Por suerte para ellos, para ustedes y sobre todo para mí, esa definición de “los nuevos Planetas” está lejos de realidad. Evidentemente, tienen alguna canción que bien podrían haber firmado J y los suyos, como por ejemplo Uno de noviembre. Pero es que, seamos realistas, a estas alturas de la película, que tire la primera piedra el grupo de aquí que no haya tenido influencias de los primeros discos de los granadinos, y más aun si son de la generación que ronda la treintena, como es el caso que hoy nos ocupa. A decir verdad, y seguro que con esto no descubro América ya que muchos de ustedes habrán pensado lo mismo, si hay alguna banda con la que compararía a Odio París, ésos son The Pains of Being Pure at Heart –en Ahora sabes creo que sólo los puedo diferenciar por el idioma-. Al igual que los de Brooklyn, en este debut encontramos ecos del mejor, y cada vez más y más de moda, shoegazing y twee. Así que, con lo que nos encontramos ya desde el primer corte –el «hitazo» Cuando nadie pone un disco-, es con lo mejor del C86, el noise pop que importa, hits agridulces que nos calarán hasta la médula.

Seguro que disfrutarán como enanos al recordar las camisetas a rayas, las Polaroids, los primeros amores y desamores, el cine palomitero y todas esas cosas que nos hacían estremecer cuando pensábamos que nos comeríamos el mundo. Porque eso es lo que a mí me transmiten Odio París: un regreso desde el ahora –lo más importante- a mis 16 años. Y es por todo esto por lo que desde ya soy fan tardío de la banda. Porque es divertido atreverse a sacar el Delorean del garaje y darse una vuelta con The Jesus and Mary Chain como copilotos. Así que desde aquí hago un llamamiento a todos los que todavía no se hayan unido al odio, totalmente justificado, a París. No me sean perezosos y déjense llevar para disfrutar con el que será, sin ningún tipo de duda, uno de los discos nacionales del año.

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