El cuarto álbum del cada vez más sugestivo músico Phil Elverum supone un paso adelante dentro de su, hasta ahora, sobria manufactura. Capaz de crear breves melodías y letras memorables con un acompañamiento mínimo -basta escuchar Who? en la versión del recopilatorio Dawn del pasado año o Sighing de su más reciente EP hasta la fecha, White stag, de este mismo año-, con este disco recupera un terreno que pisaba asiduamente con su anterior banda, The Microphones, y que ya apuntaba en el EP Black wooden ceiling opening.
En ese sentido también hay que añadir que todo lo que se anunció como un disco altamente influenciado por el black metal no ha quedado en tanto como se podría pensar: grandes introducciones de guitarras distorsionadas, eso sí, que abren fuego en gran parte de la obra (Wind’s dark poem, The hidden stone o Lost wisdom, esta última la más destacada en esta dirección) se entremezclan con largos intros -a veces exasperantes- de órganos (Through the trees) en los que a veces la presencia del músico se hace testimonial (My heart is not at peace). El cambio de registro se agradece en títulos como Ancient questions, Stone’s ode o en el mejor tema del álbum, Between two mysteries, inspirado en las bandas sonoras de Angelo Badalamenti, más concretamente en Twin Peaks -serie mito para el músico y que está presente a lo largo del disco- y una canción que también recuerda por momentos a algún disco de Peter Gabriel o del productor Daniel Lanois.
Mount Eerie sigue, con este álbum, manteniendo su talento compositivo al mismo tiempo que incorpora nuevos elementos en su sonido austero, riesgo que es digno de alabar en los tiempos que corren, poco dados a grandes inversiones.
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