Mishima (Apolo, Barcelona, 02-06-10)
Llega un momento en esta vida en el que el trabajo y la perseverancia dan su fruto. Esta máxima, que parece sacada del famoso anuncio de Estrella Damm con el Barça de las seis copas es, precisamente, lo que ha pasado con Mishima. Han pasado ya diez años desde su debut con aquel Lipstick traces (TRIS, 2000), hasta el reciente Ordre y aventura (Sones, 2010). Seguramente en todo este tiempo tendrán mil y una anécdotas que explicarnos sobre esto y aquello, pero lo más importante es que lo han conseguido. Han triunfado y eso es algo que cualquiera que estuviera en el concierto-presentación de su último disco en el abarrotado Apolo barcelonés puede atestiguar.
David Carabén y los suyos prepararon un larguísimo setlist, que se repartió a la entrada de la sala -como si de una función de música clásica se tratara-, con el que ya dejaban claro que, más que una presentación, lo que veríamos a continuación sería un concierto de agradecimiento y repaso a toda su carrera. Sonaron todos los grandes clásicos de la banda como No et fas el llit, Miquel a l’accés 14, Un tros de fang y Qui n’ha begut, junto a las nuevas joyas que ya son L’olor de la nit y Tot tornar començar. Las sorpresas de la noche fueron las apariciones en el escenario del Quartet Brossa acompañando a Carabén en L’Ombra Feixuga y L’Extrany; Paco Loco, productor de sus dos últimos trabajos, acompañándoles a la guitarra en Només una part de tu; y los vitoreados Manel, que adaptaron Cert, clar i breu para locura del respetable. Las ausencias de Dani Acedo y Óscar D’Aniello –ahora centrados exclusivamente en Delafé y las flores azules– han sido suplidas con nota por Xavi Caparròs al bajo y Alfons Serra (Nisei) a la batería, aunque los ex-Mishima reaparecieron en un tramo final del concierto apoteósico, con ocho músicos sobre las tablas. Y es que ésa era una noche para celebrar, una noche triunfal que seguramente suponga un punto de inflexión en su ya dilatada carrera hacia algo mucho más grande. Al tiempo.
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