Migue Benítez y Los Matajare – Cómo apretar los dientes
Flamenco-transgresivo era el nombre con el que Migue Benítez había bautizado a este ambicioso -y atrevido- macroproyecto que venía planificando desde hace tiempo, hasta que la muerte llamó a su puerta a los 21 años, un fatídico 6 de julio de 2004. Una etiqueta que se queda corta para describir la serie de sensaciones que logra despertar, incluso a los que no sean aficionados al flamenco. O tal vez ése sea el mérito: que las canciones que incluye Cómo apretar los dientes pueden lograr atraer a los legos en la materia.
Porque se puede intuir que Migue Benítez se nutría de muchas fuentes. En la promoción de este disco póstumo su familia nos muestra algunas de las aficiones con las que más disfrutaba: no solamente se retrataba como un cinéfilo consumado (Taxi driver, Toro salvaje, La jauría humana), sino que era aficionado a la lectura (Bécquer, Lorca) y en sus influencias musicales, además de las más evidentes (Pata Negra, Veneno, Ray Heredia, Triana), se dejaba empapar de las novedades del exterior (Beck, Nirvana). Todas estas figuras, de una u otra forma, se vislumbran en el disco.
Muchas de ellas, muchos de los músicos a los que Migue Benítez admiraba, han aceptado el envite de completar este álbum soñado. Disco triple en el que animo al lector a buscar algún punto débil; no lo encontrará en las canciones que Migue interpreta con su grupo Los Matajare, ni siquiera donde se basta él solo con su guitarra (Medio pa´ la higuera). Mucho menos donde fluye el rock (Anónimo, Hasta la colonia, con Josele Santiago), en ocasiones en armonía con el reggae (Sigo a la luna), o en ese flamenco transgresivo que se nutre de momentos autobiográficos (Viviendo sin frenos). En definitiva, será difícil ponerle alguna pega a auténticas piezas de escalofrío como son Reina de mi vara verde -seguramente la mejor del álbum-, Cantándole a la fe -con un espléndido Raimundo Amador– o Poeta garrapatero, la que mejor le define, y que convierten a Cómo apretar los dientes en una gran obra que perdurará en el tiempo, tal y como seguramente a él le hubiera gustado.
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