En plena efervescencia del neo-soul, la publicación del nuevo disco de uno de sus máximos representantes, el primero en ocho años, y en un momento en que el soul de toda la vida se ha quedado huérfano de uno de sus últimos y más grandes iconos (porque no hay que olvidar los orígenes del, a mi parecer, erróneamente denominado «Rey del pop»), resulta bastante significativo.
BLACKsummers’night no es en absoluto un disco arriesgado; en ese sentido no podemos esperarnos grandes sorpresas, pero sí cabe apreciar la cualidad de Maxwell de adaptar su voz al estilo que necesita cada canción, la maleabilidad de la entonación. Si bien ese rasgo, siendo apreciable, tampoco resulta suficiente: el álbum se abre con Bad habits, un tema que podría estar en cualquiera de sus discos anteriores y en el recorrido tradicional de las canciones que pueblan las actuales listas de éxitos de rhythm ‘n’ blues. En Cold encontramos, desde un principio, las líneas de bajo y voz cercanos a Bill Withers. Pretty wings es una balada soul y, una vez más, una concesión a la galería. La gran voz del músico luce con más elegancia en Help somebody, una de las canciones más destacadas; esta vez en la línea, tanto en letra como en melodía, de Marvin Gaye. Stop the world -y luego Fistful of tears– nos recuerda claramente a alguna de las baladas de los más recientes discos de Prince, lo cual tampoco resulta un punto a su favor, y Love you es esa buena mezcla de pop y soul que hizo popular al infravalorado Andrew Roachford.
En resumen, un disco que, pese a lo esperado, deja bastante frío: se observan los síntomas típicos de ciertos casos, sobre todo con músicos ya consolidados, en los que se presenta una fórmula ya agotada, o al menos necesitada de un revulsivo que la saque de la sala de cuidados intensivos en la que, salvo excepciones, lleva mucho tiempo colgado el cartelito de A.O.R.
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