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Mark Knopfler – Shangri-La

Mark Knopfler, excelente compositor, cantante, letrista y, sobre todo, guitarrista, es una de las grandes figuras de la música de los últimos treinta años. Desde sus inicios como líder de Dire Straits (grupo recordado por canciones como Sultans of swing, Brothers in arms, Telegraph road o Tunnel of love), hasta sus discos en solitario, pasando por sus bandas sonoras (en especial su magnífico trabajo para Local Hero), sus colaboraciones, o el malogrado grupo The Notting Hillbillies, Knopfler ha ido desarrollando un estilo propio y se ha convertido en un destacado guitarrista y cantante, alejándose más de sus antiguas influencias (J.J. Cale, Eric Clapton, Phil Lynott en la guitarra o Bob Dylan en la voz y en las letras), para convertirse en una referencia en el mundo del rock.

Shangri-La es su cuarto disco en solitario -si no contamos las bandas sonoras- y es realmente un álbum muy logrado. Desde el primer corte se reconoce ese estilo Knopfler tan definido, aunque completamente distinto al de Dire Straits. Si con aquella banda nos ofrecía larguísimos solos de guitarra y riffs espectaculares, aquí tiene un estilo más contenido, cercano al blues y al country. El disco comienza con 5:15 A.M., gran canción de una emotividad que va en crescendo. La siguiente, Boom like that, es una composición brillante, muy al estilo de lo que nos tenía acostumbrados con Dire Straits: punteos interminables y una curiosa letra dedicada al fundador de la empresa McDonald’s. A continuación, la decepción que provoca la mediocre Sucker row se supera gracias a The trawlerman’s song, una de sus mejores canciones en solitario, con una genial base rítmica y una melodía perfecta. En Back to Tupelo trata de crear una atmósfera nostálgica y sentimental, y en Our Shangri-La encontramos un increíble esfuerzo interpretativo para la capacidad vocal del escocés. Finaliza la primera parte del disco con Everybody pays, canción con buenas líneas de guitarra y teclado, pero no excesivamente destacable.

La segunda mitad se abre con la cien por cien «bluesera» Song for Sonny Liston, construida sobre un riff tan machacón como efectivo. Tras ella, Whoop de doo, aburrida y lenta, una de las pocas canciones flojas de todo el álbum, y la divertida Postcards from Paraguay, que no es una joya pero entretiene. A continuación, la horrible All that matters, sin duda lo peor del disco, para seguir con la suave y más que aceptable Stand up guy y Donegan’s done, repetitiva aunque adictiva. Finaliza el álbum con Don’t crash the ambulance, curiosa y con cierto aire dylaniano.

En resumen, estamos ante un trabajo notable, pero que podría haber sido una auténtica joya de no haberse incluido alguna de las canciones presentes.

Autor: Yodado.

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