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Los Planetas – La leyenda del espacio

Una multitud se agolpaba a las puertas del Universo mientras preparaba el golpe definitivo para dejar a Los Planetas a dos metros bajo tierra. Es más, algunos ya los tenían bien enterrados, muchos de ellos sin haber escuchado ni siquiera un solo disco. Cierto es que Encuentros con entidades (BMG Ariola, 2002) y Contra la ley de la gravedad (BMG Ariola, 2004) no llegaban al nivel de sus obras más laureadas (cada uno que escoja el suyo dentro del período 1994-2000), pero contenían algunos ramalazos ya no solo interesantes, sino también innovadores dentro de su discografía (cerraban su último disco con Podría volver, de Bambino, plantando lo que podrían ser las primeras semillas de su leyenda particular).

Según cuenta Jesús Llorente en la Rockdelux de junio, J ya interpretó hace cuatro años algunos de los embriones que posteriormente tomarían cuerpo y alma para siempre. Fue en Barcelona, en una reunión donde también se encontraban Raül Fernández (Refree) y el propio Llorente. En posteriores entrevistas y noticias, además de los constantes rumores de separación, lo que uno sacaba en claro era la simpatía que J sentía por el flamenco y que, posteriormente, se convertiría en una pequeña obsesión. En su discoteca fueron apareciendo álbumes de Antonio Mairena, José Menese y Enrique Morente (entre otros), pero sin dejar de lado a Joy Division, Spacemen 3 o The Cure.

El año pasado J y un selecto grupo de la escena granadina (Víctor Lapido, Miguel López de Los Planetas y Antonio Lomas de Lapido) editaban Alegato meridional (El Ejercito Rojo / PIAS, 2006), bajo el nombre de Grupo de Expertos Solynieve. Se trataba de un álbum totalmente sureño, donde se dejaba de lado la necesaria tensión planetaria para dar rienda suelta a los aspectos más luminosos del folk y pop con tintes flamencos (incluyendo una fantástica versión del tema de Roger McGuinn para Easy rider). Curiosamente, y centrándonos en el sur peninsular, Antonio Luque (Sr. Chinarro) lanzaba el sensacional El mundo según (Mushroom Pillow, 2006), cuyas compasiones más llamativas eran aquellas que también ahondaban en el sonido flamenco y gitano (Del montón, Gitana) sin perder de vista la esencia del pop. La expectación crecía, apoyada también en los pocos conciertos que Los Planetas ofrecían. Las actuaciones contaban con una primera parte donde presentaban muchos de los nuevos temas con una convicción y eficacia nunca vistas antes en la banda granadina. Las críticas positivas de sus apariciones se sucedían, algo realmente extraño dentro de la trayectoria del grupo.

Y llegamos al lanzamiento de La leyenda del espacio (BMG Ariola, 2007), precedido del single Alegrías del incendio y de una hoja de promoción algo llamativa. El sencillo de presentación es el clásico latigazo de Los Planetas, si bien esta vez se ve influenciado por unos textos que están extraídos “del imaginario del flamenco clásico”. Aún tratándose de un buen tema, lejos queda de los picos más altos del disco. Lo mismo ocurre con Reunión en la cumbre, una composición que podría encajar en trabajos anteriores sin problemas (además, la letra vuelve al tema de las relaciones del grupo con la discográfica). En La verdulera prácticamente fusilan parte del ritmo y guitarras del She said she said de los Beatles mientras J entona a su manera “Eres bonita y no te has casado / algún defecto te han encontrado”. Curioso experimento, adaptando en este caso un mirabrás que funciona a la perfección. Y es que en cada corte del álbum se adapta un palo del flamenco (tientos, verdiales, alegrías, granaínas, fandangos, cañas, soleares…); al menos ésa era la intención. Cabe resaltar en este punto la soberbia aportación de la batería de Erik, elemento esencial dentro del grupo e indispensable dentro de la colección de canciones que conforman La leyenda del espacio.

Uno de los logros de este disco es que, pese a la inclusión de distintos elementos extraídos directamente del flamenco (ritmos, composición, etc.), Los Planetas no pierden ni un ápice de personalidad, sino todo lo contrario. Vuelven los desarrollos largos y espaciales, la distorsión y la psicodelia que acompañaban sus trabajos más aplaudidos. Y es aquí donde uno llega a emocionarse mientras escucha esa apertura con El canto del bute y Si estaba loco por ti, donde sólo cabe estremecerse al escuchar la espectral voz de J comenzar con “Me estoy quedando sin fuerzas / solo espero ya la muerte”. Lo mismo ocurre con Ya no me asomo a la reja y Negras las intenciones, siendo ésta última una de las composiciones más oscuras que han grabado en sus trece años de carrera. Ambas se arrastran (y te arrastran junto a ellas) hacia abismos sónicos entre cantos a la soledad más absoluta. Para el final dejan Tendrá que haber un camino, dedicada al fallecido Aleix Vergés (Sideral). Se trata de otro tema que nos transporta al particular desierto psicodélico de Los Planetas, con la particularidad de que es Enrique Morente quien pone la voz. El cantaor granadino vuelve a demostrar su interés en este tipo de “experimentos” (todo comenzó con aquel sensacional Omega junto a Lagartija Nick), ya que su colaboración también se extiende a las muchas conversaciones que ha mantenido con J sobre el fascinante mundo flamenco.

Para concluir, comentar que el título y la portada son homenajes a La leyenda del tiempo (Polygram, 1979) de Camarón. Y es que, pese a que uno pueda pensar que todo esto es una barbaridad, lo cierto es que encontramos ciertas similitudes. Se trata de dejar las armas en el suelo y de escuchar. Al fin y al cabo, Los Planetas se han desmarcado con uno de los discos más necesarios para la música de nuestro país. Olé por ellos.

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