Nosotros celebramos cada semana nuestro propio día de libro. Repasamos la lista de ventas y alguna de las próximas novedades.
En la lista de libros más vendidos, apartado ficción entra en el séptimo puesto Lágrimas en la lluvia (Seix Barral) de Rosa Montero y en el cuarto Los enamoramientos (Alfaguara) de Javier Marías. En no ficción encontramos la novedad en el décimo puesto de Está todo por hacer (Plataforma) de Pau García-Mila y de El holocausto español (Debate) de Paul Preston, en el séptimo. En poesía la única novedad es para La mujer-precipicio (Libros del Silencio)de Princesa Inca, en el octavo puesto.
Entre las novedades, ¿Qué fue ‘lo hipster’? Una investigación sociológica (Alpha Decay) Mark Greif / Héroes Modernos Edición de Mark Greif .Traducción de Jon Bilbao. ¿Qué fue ‘lo hipster’? Una investigación sociológica es un estudio ameno y riguroso del fenómeno hipster, su auge y caída, sus pulsiones más íntimas y también sus miserias. De American Apparel a la revista Vice, de los fans de Wes Anderson a los hinchas de Žižek, de Williamsburg y los cafés del Lower East Side a las discotecas limeñas donde los pijos de última generación bailan cumbia. Nadie se salva. ¿Qué fue ‘lo hipster’? cuenta con la aportación de mentes tan respetables como DJ /rupture, Christian Lorentzen (el editor del New York Observer que saltó a la fama por su artículo «Why the Hipster Must Die») y Mark Greif, el fundador de la prestigiosa revista neoyorkina de literatura, política y cultura n+1, un intelectual de izquierdas educado en Yale, Oxford y Harvard. El marco temporal que abarca este estudio comprende una década: desde 1999 hasta la actualidad. Ante lo que cabe plantearse: ¿Es posible estudiar un fenómeno cuando todavía se está produciendo? Los hipsters actuales son «un tipo de subcultura generada por el neoliberalismo», cuyos valores «exaltan la reacción política enmascarada de rebelión bajo una fachada de «vicio»». Un estudio a tiempo real de una nueva tribu urbana que nace en 1999, justo cuando los primeros antiglobalización despertaron en Seattle y el ecologismo empezó a ser tomado en serio. El credo de los hipsters estriba en no tomarse nada demasiado en serio, excepto a sí mismos. Su filósofo de cabecera es Žižek, el pensador nihilista que proclama la no acción, y sus señas de identidad «la repetición, la vanagloria de la infancia, el primitivismo y las máscaras de animales».
América (Gallo Nero) de Vladimir Maiakovski (Trad.Olga Korobenko)‹‹Odio Nueva York los domingos. Alrededor de las diez de la mañana un oficinista, sin ponerse los pantalones, se sienta delante de la ventana con un diario de un centenar de páginas. Primero lee durante una hora la sección de anuncios publicitarios, después de la publicidad, hojea la sección de robos y asesinatos.›› En el apogeo de su gloria el poeta ruso Vladimir Maiakovski deja Moscú para ir a América. Un viaje soñado pero interrumpido y aplazado muchas veces debido a las dificultades para obtener el permiso de entrada. El viaje durará tres meses, de julio a octubre de 1925. Maiakovski describe con gran riqueza de detalles sus impresiones: los dieciocho días de navegación, su paso por La Habana, la violencia y las corridas sangrientas de México y finalmente su entrada en Estados Unidos, verdadero objetivo del viaje, y no solo porque es el primer poeta de la Rusia soviética en visita “oficial” en el imperio del capitalismo, sino también porque el poeta futurista cantó Chicago antes de conocerlo, adora Broadway y considera las estaciones de Nueva York “una de las vistas más majestuosas del mundo”.
Vladimir Maiakovski (1893-1930), el poeta de la Revolución de Octubre, inicia su carrera literaria como ilustrador junto a los cubofuturistas. Personalidad prepotente y animada por un gusto extremo por la provocación: memorables sus disfraces y escandalosas actuaciones en las veladas futuristas. Después de la revolución trabajó en la Rosta, agencia telegráfica rusa, realizando carteles de propaganda y eslóganes. En 1923 asume la dirección de la revista Lef (Frente de Izquierda de las artes). Cada vez más solo en un mundo que sentía ajeno se suicida en 1930.
Glenn Gould: Cartas escogidas Gould, Glenn / Guertin, Ghyslaine / Roberts, John traducción: Ferran Esteve para Global Rhythm/ colección: BioRitmos.Reducir el enigma de Glenn Gould a una insólita ejecución de Bach multiplicada por una silla paticorta e incontables extravagancias es dejar en la sombra muchas facetas del intérprete que nos enseñó a repensar la música para piano mientras elogiaba las volutas melódicas de Petula Clark, el forajido que profanó a Mozart con una irreverencia tan sacrílega como la desplegada por el propio compositor cuando era un alegre prodigio, el lunático que sólo se obedeció a sí mismo (que sólo escuchó la voz de sus manías) para ofrecernos así el obsequio de una intensidad muy rara vez logradas frente a un teclado.
Siempre fiel a un estilo más bien rotundo, Gould dejó los escenarios en 1964 y abandonó al público muriéndose de forma tajante dieciocho años más tarde. Desde entonces, su prestigio e influencia han crecido hasta alcanzar dimensiones casi míticas. Una obra de teatro, varios documentales, una película y la constante reedición de sus discos han ido ampliando el ya ancho círculo de los cautivados por el pianista canadiense. Ahora, con la publicación de estas 184 cartas, se iluminan nuevas esquinas (algunas muy recónditas) de su universo artístico y personal. Porque a la imagen del artista le faltaban estas 184 pinceladas en primera persona; le faltaban, podríamos decir, las notas y los tonos del autorretrato. Gould dialoga aquí con grandes músicos como Leonard Bernstein o Leopold Stokowski, con otros intérpretes, con amigos, con profesionales de la radio o la televisión y con muchos admiradores que le escriben buscando respuestas a las preguntas formuladas por su piano: el resultado es un deslumbrante paseo por los sinuosos caminos de la creación artística. La silla sigue vacía y el repentino abandono de 1982 no ha perdido contundencia, pero en estas páginas podremos percibir al menos un eco casi cotidiano de aquella vida.
Glenn Gould(1932-1982), uno de los músicos más personales y carismáticos del siglo XX, se sentaba al piano usando una silla de madera paticorta y, a pesar de interpretar a Bach, a Beethoven o a Mozart a un tempo endiablado, lo hacía con meridiana claridad. Célebre no sólo por su talento musical sino también por su comportamiento errático, Gould canturreaba durante los conciertos y se presentaba sobre el escenario vestido con un frac sin planchar, mitones y abrigo. En 1964, en el apogeo de su polémica carrera, abandonó totalmente los escenarios para centrarse en sus escritos y en sus grabaciones.
Esta selección de «300 directores malditos» (Cátedra) de Augusto M. Torres—aquellos que, por múltiples razones, no gozan del prestigio que merecen— está llena de cineastas que han destacado en otras actividades, pero como realizadores de cine han sobresalido menos. Olvidados directores de cine mudo, directores que empiezan bien y acaban mal, directores artesanos con una única obra maestra entre su larga e irregular filmografía, directores que mueren cuando sus películas comienzan a ser buenas, directores con mala suerte, directores norteamericanos represaliados por el senador Joseph MacCarthy para acabar con los comunistas en Hollywood, directores de países comunistas del este europeo perseguidos por la larga mano del camarada Iosif Stalin, directores prometedores de corta carrera y un largo etcétera de poco conocidos, menospreciados o ignorados directores africanos y asiáticos.
Programación para La Noche de los Libros, el próximo día 27 de abril en Madrid